Nada vergonzoso debe constituir para la mujer, durante el tránsito por el climaterio, la sudoración afrontada a veces en público, o los cambios físicos y psíquicos que suelen ocasionar conflictos de pareja u otros, casi siempre por cierta falta de tolerancia entre las personas más cercanas, y lesiones a la autoestima.
A varios trastornos y síntomas generales se enfrenta la mujer climatérica, los cuales surgen de manera inmediata a la menopausia o antes de que la regla haya desaparecido por completo, debido a un descenso relativo en los valores de estrógenos.
Los sofocos no todas las mujeres los padecen, pero sí es uno de los síntomas más habituales, y a criterio de especialistas, generalmente son bien tolerados, aunque en ocasiones constituyen un verdadero tormento y de hecho es el síntoma que genera más consultas; su mayor intensidad es durante el primer año, desapareciendo poco a poco, de forma espontánea.
El problema sanitario más importante es la osteoporosis, del cual es característico las rupturas de cadera debido a las caídas y a una pérdida de la masa ósea; en tanto los síntomas metabólicos se definen como los más frecuentes, pues, según la mayoría de las estadísticas, un 60 por ciento de las mujeres ganan un promedio de 10 kilogramos (Kg) al entrar en la menopausia, solo el ocho por ciento adelgaza y un 32 por ciento permanece más o menos igual.
Respecto a los cambios psíquicos, la depresión es la más común, aunque también ocurren trastornos de la afectividad, al disminuir su afecto por la pareja, y se manifiesta también en la esfera sexual, siendo en muchas ocasiones la causa de luchas matrimoniales, separaciones y divorcios.
Los síntomas principales de trastornos de la emotividad son el nerviosismo, la impaciencia, la irritabilidad, la facilidad para pasar de la risa al llanto, y los frecuentes estados de tristeza.
Sin embargo, no debe considerarse a esa etapa en la mujer como una situación sin alternativas para atenuar sus síntomas; el tratamiento de la menopausia lo realizan habitualmente los ginecólogos, los endocrinólogos especializados en reproducción, los internistas y los médicos de familias.
Resulta de mucha utilidad el apoyo psicológico y una buena educación, ya que el 50 por ciento de las mujeres presentan alivio de algunos síntomas sin otras intervenciones.
En el tratamiento de los sofocos se aplican estrógenos y progesteronas, aunque se puede prescindir de estos y tomar en cuenta factores del comportamiento como el autoconocimiento, ajuste de la temperatura del medio físico y el ambiente, empleo de ropas frescas, y participación en grupos de apoyo.
Muy ligados a los estilos de vida se encuentran el evitar fumar y tomar bebidas alcohólicas, hacer ejercicio, emplear remedios no convencionales como infusiones de hierba y relajación; mientras que el tratamiento preventivo de la osteoporosis puede ser con fármacos, o también a partir de suplementos de calcio y ejercicios con carga de peso.
La mujer climatérica pertenece a un grupo social particular con un perfil epidemiológico que lo caracteriza, por lo que debe recibir una atención especializada y diferenciada en esta etapa tan importante de la vida, cuando tanto se puede hacer en prevención y en promoción de salud.
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