¿Cuántas veces has sacrificado la comodidad de tus pies por lucir unos zapatos considerados estéticamente bonitos?, o peor aún, ¿cuántas veces has tratado a tus dedos como si tuvieran forma de flecha y te has calzado unos botines extremadamente angostos que te comprimen hasta las uñas? Sin embargo, muchas veces el precio de llevar esos calzados que están de moda o que compraste en oferta va más allá de la cifra que marcó su etiqueta. La factura de llevar tacón también se expresa en dolor, malestar, problemas en los pies y en otras partes de tu cuerpo como la columna o la cadera.
Las mujeres pueden padecer de estos males debido a sus oficios, Ariana Reynaldo, publicista, nos regala su testimonio: “Por mi trabajo uso tacones todos los días de la semana. Ello, según mi traumatólogo, ayudó a que en mi pie se desarrollara un ganglión, una gomita que a través de procedimiento quirúrgico fue extirpada pero que puede regenerarse. Para evitarlo, debo dejar de usar zapatos altos o que solo tengan 3 centímetros de tacón.”
La vanidad, la moda y las costumbres han confabulado para imponer extraños e insanos modelos, formas y tipos de zapatos tanto para hombres como para mujeres. Y más en sociedades como la nuestra, en la que el credo de las venezolanas es “primero muerta que sencilla”. Esto explica por qué rara vez le dan prioridad a lo cómodo, lo práctico y lo sano.
¿Sabías que…?
Cuatro de cada 10 mujeres adquieren zapatos de la talla equivocada, o aquellos que son incómodos  pero que son bonitos, están de moda o en oferta? Esta selección puede desencadenar la aparición de callosidades en los dedos, planta de los pies, así como juanetes  u otras lesiones en la columna, los tobillos o la cadera.