Desde hace algún tiempo busco conscientemente el contacto con mujeres, enriquecerme en nuestros encuentros en Círculo, aprender de unas y de otras, mientras me comparto creciendo juntas.

A lo largo de mi vida siempre se me educó a que “mereciera la pena vivir conmigo”, a servir y ser de utilidad a los demás. Debo reconocerme que todavía lo busco. De hecho creo que todo ser humano, para Ser realmente humano, necesita sentirse en medio de otros apreciado y «servicial» (en el sentido de sentir que lo que aportas es apreciado por otros cuando lo pones a su servicio).

En el ámbito profesional, hace algún tiempo que me dedico a acompañar profesionales y empresas a desarrollarse consiguiendo metas profesionales y personales coherentes consigo mismos. Me inicié en ese camino al descubrir que las empresas no buscaban objetivos coherentes con sus equipos, ni siquiera coherentes consigo mismas… Al descubrir que me estaba perdiendo yo al intentar a veces seguir su paso y otras empujarles para que se acercaran al mío. Al descubrir que no le era útil a la empresa, ni a sus trabajadores, ni a mí misma, sino que era «un útil más» de la empresa…

Hace tiempo que dejé de compararme y jamás temí -aunque sentí el recelo de otras- la competencia de otras profesionales sino mi propia incompetencia. Creo firmemente que sólo somos «malas» como decía Carmen Alborch cuando nos sentimos de algún modo amenazadas.

Hubo un tiempo en el que para sentirme útil o apreciada, lo importante eran mis habilidades, compararme con otros, destacar, conseguir, hacer… Ah! El QueHacer Humano, más que el Ser Humana. Hoy me sigue costando mucho -porque soy «guindilla»- Ser sin más, frenando ese impulso mío del hacer todo el rato… Reconozco que consigo más, aprendo más cuando me siento sencillamente «yo» en medio de otras personas. Probablemente porque no desperdicio energía alguna defendiéndome de ser yo misma…

Hoy me basta con sentirme acogida y esto me sucede con más facilidad en los círculos de Mujeres. Me gustan las compañías que me permiten «vivir de ATS» (acrónimo de «A Teta Suelta», así a lo loco, sin filtro, corsé, barreras o limitaciones. Yo misma, vaya).

Busco la compañía de otras mujeres para encontrar espacios que sostengan mi camino, para sentirme acompañada y compartir sin necesidad de explicar nada, ni de perseguir ningún objetivo. Me gusta la cálida acogida de esa tribu siempre cambiante y siempre presta a acoger. Es la magia del Círculo: siempre cabe una más sin perder el centro.

Me gusta la sorpresa de no saber qué esperar, más allá de ese «¡bienvenida!» cálido y amoroso de cada cita. Unos días nos perdemos en los meandros del pensamiento, aderezado con no pocos empentones de emoción, otros nos desternillamos en la rampa de la risa, nos abrazamos incluso sin tocarnos, muy cerquita unas de las otras. Hay días que fluyen y otros en los que el silencio nos hace fluir a nosotras. Hay citas de fresa o de chocolate, algunas de limón, unas de colores y otras menos coloridas… Hay encuentros para todos los gustos, los nuestros… Sin explicación.

Y siempre, siempre, son encuentros cálidos, nutritivos, sin juicio ni prisa, sin necesidad más allá del mero compartir-SE las unas a las otras. Y para eso es imprescindible primero encontrarse a una misma... Y qué rico saben esos encuentros… Desde ahí, donde te encontraste, es más fácil aportar, sentirse útil, llena, apreciada.

Yo no he encontrado práctica más saludable que la de sentarme y sentirme en círculo con Mujeres. No sólo lo recomiendo allí donde voy… sino que lo practico como herramienta de trabajo. Crear un oasis en el que empezar a Ser sin preocuparnos del Parecer… Construir desde ahí una forma de vida coherente con contigo misma, descubriéndote a cada paso, no sólo viene bien, también te hace sentir bien.

Si no lo has probado, te invito a hacerlo.

Hasta que nos veamos, el Círculo seguirá girando.

 

Marta Arellanomartaarellano

Desarrollo de Personas y Organizaciones

www.mmarellano.com