Conocida por todos y sobre todo por todas, la madrastra altiva y más fascinante sin duda que la desvalida Blancanieves es un arquetipo que nos acompaña más de lo que nos gustaría.

Ahora los sentimientos no son de fascinación por la arrogante soberbia que despliega, porque al final poco nos falta para lanzar el jarrón sobre el espejo (aunque me encantaría saber cuántas lo hemos hecho) que nos responde que ya no somos las más bonitas!!!!

Me encantó la frase de la psicoanalista Helene Deutch que habla de la “mortificación narcisista”, pues sí mis adorables lectoras, tome la forma que tome, en el fondo lo que tenemos herida es la vanidosa vanidad de nuestra Grimhilde interior.

El drama de la Madrastra no es otro que el del mismísimo Urano (por nombrar solo uno)…….el terror de que lo joven destrone a lo viejo. Suene a lo que suene, es así! En nuestro caso es el destrone de la juventud física (oído) física! para dar paso a la ma(s)dura madurez del ciclo de la vida que nos toca vivir.

No sólo porque lo vivo sino porque además lo comparto con otras, no hay duda que una de las tareas más difíciles de la vida de una mujer es gestionar el abanico de sentimientos, emociones y sensaciones que se despliegan ante el decline físico de nuestro cuerpo.

De hecho lo que va declinando es la actividad creadora de belleza producida por las secreciones glandulares internas y con ello todas las características sexuales secundarias van perdiendo la fuerza de la turgencia que se necesitaba en los años de la fertilidad.

Este golpe bajo a nuestra auto-imagen femenina es una mortificación. Ya no somos más fértiles, pero tampoco nos sentimos ni somos infértiles, no somos jóvenes pero tampoco viejas, nos llamamos “invisibles” en términos generales ante las miradas de los hombres y, a la vez, nunca antes habíamos estado más presentes.

Qué garabato y qué mezcolanza de sensaciones, no por nada se compara este período al de la pubertad….todas las fuerzas del ego están siendo movilizadas, es así. En la pubertad nos preparamos para el gran servicio de servir y para eso se necesita fuerza y vigor. La Menopausia nos prepara para el servicio de la trascendencia, mas si nos quedamos en el cuerpo físico y su declinación natural, perdemos el llamado del alma que nos implora trascender el cuerpo y la muerte, un designio heroico aun mayor que el anterior y créanme, mucho más placentero.  

Chicas, si no hacemos esta pequeña tarea de transformación jajaja, …… no nos queda otra que transfigurarnos en alguna las tres caras de la Grimhilde: la arrogancia herida, la vieja bruja encorvada o la madrastra envidiosa. Las participantes de mis talleres y del sillón del análisis en varias oportunidades me han escuchado decir “no hay otra…o nos convertimos en viejas sabias o seremos viejas de mierda!”

Así que la próxima vez que el espejito, espejito nos responda que no somos las más bonitas, daremos gracias porque hemos transformado la ingenua blancura de Blancanieves en la poderosa y espléndida fuerza de la hechicera…….cambiar la figura por la transfiguración!!!!

 Adelante Brujildas!

HORTENSIA CARRERHortensia Carrer Psicoterapeuta y analista jungiana.

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