A medida que aumenta la edad cronológica una de las manifestaciones inherentes y visibles del envejecimiento son las arrugas que aparecen en la piel, especialmente en el rostro.
Las consecuencias de este fenómeno biológico del envejecimiento son múltiples, algunas muy evidentes, como las canas, la pérdida de la capacidad visual, la fuerza muscular, la vitalidad. Según pasan los años van progresando y van añadiéndose otras, conformando, en su conjunto, el deterioro progresivo del organismo.
Sin embargo, uno de los signos más visibles y permanentes del paso del tiempo es el deterioro de la piel, principalmente por la disminución del colágeno, hasta tal punto que la simple observación de una persona nos permite saber con cierta exactitud su edad.
Muchas características del envejecimiento están controladas por una glándula localizada en el cerebro, conocida como hipotálamo, que regula las emociones, el sueño, la temperatura, el hambre, la saciedad y también la liberación y producción de hormonas. Concretamente, una de ellas, la GnRH, regula la liberación de otras hormonas, conocidas como gonadotrofinas, que están en la hipófisis, otra glándula localizada en el cerebro.
Desde la hipófisis, mediante las gonadotrofinas, se controla la producción de hormonas esteroideas gonadales -estrógenos y progesterona- por parte de los ovarios. Unos trabajos publicados recientemente, realizados por Albert Einstein, del College Of Medicine de Nueva York (EEUU), sustentan que la disminución de la liberación de las gonadotrofinas, es decir, la disminución de GnRH influye directamente en la fuerza muscular, en la memoria, en la reducción y pérdida de función de las células de la piel.
Estos procesos de disminución de los niveles hormonales no se producen de una forma brusca sino que comienzan en la mujer a partir de los 40 años. Alrededor de los 50 años ya la producción de hormonas esteroideas es tan baja que no se logra la menstruación, desaparece definitivamente, y se establece la menopausia. Mientras funcionan los ovarios, el organismo de una mujer está alimentado fundamentalmente por un estrógeno potente, el estradiol, producido por los ovarios. Y, cuando dejan de funcionar, toma el papel relevante otro estrógeno mucho menos potente, la estrona, no procedente del ovario sino del tejido graso y de las glándulas suprarrenales.
Todos estos cambios repercuten en la piel, ya que es un órgano hormono- dependiente, aunque no van a ser los únicos. El colágeno, uno de los constituyentes de la piel, es el responsable de su resistencia y elasticidad. Con la edad, a partir de 45 años, el colágeno se va perdiendo, a una media de un 1 al 2% anual, por la disminución de las hormonas esteroideas.
Ciertamente, existen grandes diferencias y no todas las mujeres tienen la misma piel, ni envejecen por igual. El proceso por el cual envejece la piel, además de las hormonas, también está influido por otras causas internas, como los genes, y por causas externas, rayos UVA, la alimentación y el consumo de tóxicos, como el alcohol y el tabaco.

No obstante, las mujeres en la actualidad disponen de multitud de tratamientos, tanto quirúrgicos como médicos: procedimientos mediante láser y una amplia gama de cosméticos que ayudan a enlentecer el envejecimiento y a mejorar el aspecto de la piel.
Sin ninguna duda, lo más importante es el cuidado y la prevención para mejorar la piel cuando pasan los años, comenzando desde joven. Los excesos pasan factura más tarde, por lo que hay que evitar, en lo posible, la radiación UVA, realizar una alimentación saludable y evitar el consumo de alcohol y de tabaco.
No obstante, el envejecimiento y las arrugas pueden embellecer a una mujer, cuando son consecuencia de un proceso natural y el resultado de una vida saludable. Lo mejor de lo mejor es vivir la vida plenamente en todo momento, se tenga la edad que se tenga, porque la sonrisa es la terapia ideal contra el envejecimiento y la que más rejuvenece a una mujer.


 © elplacerdelamenopausia01Elena Ruiz Domingo para “ella y el abanico”
elena_ruizEspecialista en Obstetricia y Ginecología y Medicina del trabajo.
Master en Patología Mamaria.
Licenciada en Medicina y Cirugía.
Diplomada en Sanidad.