Queremos republicar esta entrada de Eulàlia Pàmies y a la vez rendirle homenaje, D.E.P.

Os dejamos con su eterna sabiduria:

Estoy convencida de que lo que llamamos Menopausia es una oportunidad de oro para sanar nuestras heridas y afianzarnos. Para ello debemos soltar el lastre de lo que ya no nos sirve y volver a conectar con nuestro yo más auténtico -nuestro cuerpo– del que estamos disociadas debido a la adaptación al patriarcado. En definitiva, podemos renacer a una vida más auténtica después de un periodo de intensos cambios que confieren a esta etapa el carácter de una verdadera iniciación. Cuando rondaba los 50 empecé a tener indicios suficientes de que algo estaba cambiando. Conciliar y mantener el sueño se hizo un poco más difícil y dejé de sentir la ovulación a pesar de persistir el sangrado mensual. De vez en cuando me invadía un calor exagerado en relación al esfuerzo que lo había producido… Para mi estaba claro que la menopausia estaba llegando y quise saber más preguntando a las mujeres de mi entorno; con poco éxito ya que obtuve silencio, indiferencia, quejas y a veces, negación. Me acerqué a la ciencia y el panorama no mejoró, puesto que la propuesta del ginecólogo consistía en enmascarar el proceso mediante la sustitución hormonal, ya fuera en la versión de parches hormonales o usando a mansalva los fito-estrógenos de la soja. Perpleja, decidí no tomar nada y observar los cambios que se iban produciendo en mi cuerpo y en mi mente. Y así se abrieron nuevos horizontes. Por un lado, la incomodidad de un sueño más liviano fue una notable fuente de conocimiento y conexión con mi inconsciente. En los duermevelas se hacían visibles imágenes reveladoras sobre temas muy diversos que no dependían de mi voluntad. Se trató de una experiencia única, puesto que en estado de vigilia nunca he percibido este tipo de mensajes, y aunque es bien sabido que los sueños contienen claves oníricas de nuestro inconsciente, son mucho más difíciles de recordar y descifrar. Por otro lado, los tan vilipendiados sofocos, se manifestaron como pura energía calórica cargada de información. Aparentemente eran anárquicos, pero no tardé en descubrir que su aparición e intensidad respondían a otros tantos estímulos como pueden ser estrés, miedo, excitación.….que de otro modo me hubieran pasado desapercibidos. Continuando con la observación de este fenómeno, pero en su versión nocturna, me di cuenta de que me despertaba unos minutos antes de producirse el sofoco, contradiciendo así la extendida creencia de que nos despierta el calor. Siguiendo este hilo, también pude identificar y relajar zonas de tensión que coincidían con el lugar en que se iniciaba el sofoco. Este proceso de auto observación me permitió constatar como la adaptación al modelo social patriarcal nos aleja de nuestro cuerpo. Nos desconecta debido a que, para poder seguir unas actividades que no tienen en cuenta nuestra naturaleza cíclica, debemos renunciar a la sabiduría que nos proporcionaría un contacto permanente. Este hecho es tan habitual que no nos sorprende. Nos acompaña desde la infancia y va sembrando sigilosamente en nosotras, la convicción de que los cambios que nos suceden a lo largo de la vida son molestias y contratiempos, más o menos graves, en lugar de umbrales evolutivos claramente definidos por la biología. Así pues, el Climaterio que comprende Pre-menopausia, Menopausia – es decir, propiamente la última menstruación- y Post-menopausia, se nos presenta como la gran oportunidad de rehacer las conexiones mutiladas. Durante este periodo hay tal cantidad de cambios que sacuden la rutina de nuestro cuerpo, que no podemos continuar siendo indiferentes sin violentarnos. Transmitir esta experiencia de atención y consciencia a otras mujeres durante su travesía del Climaterio ha resultado útil. La mayor parte de las asistentes a charlas, talleres y círculos mensuales han expresado un cambio de percepción tranquilizador con respecto a los sofocos. Han dejado de sentirse víctimas inermes de una furia desatada para convertirse en mejores conocedoras de sí mismas. Del mismo modo, los encuentros periódicos durante esta etapa son un elemento claro de empoderamiento. Por todo lo dicho anteriormente, quiero animar a las mujeres a la reconciliación con la naturaleza y a escuchar atentamente el lenguaje del cuerpo. A ponerse en guardia ante la información sesgada que nos hace sentir vulnerables y necesitadas de muletas, por llamar de algún modo a los medicamentos “preventivos”, la cirugía estética, etc. Esto no excluye que en el climaterio, como en todos los procesos vitales, aparezcan patologías que deban ser tratadas, pero son una parte ínfima. No hay ningún motivo para que la consulta ginecológica, el quirófano, la industria cosmética o la farmacia se adueñen de NUESTRO CLIMATERIO.

                               

Eulàlia OLYMPUS DIGITAL CAMERAPàmies Enfermera, Madre, Practicante de Yoga y Seitai, Hija Impulsora y coordinadora del Espai Menopausa (Espacio Menopausia) Mujer Mayor http://lanostramenopausa.blogspot.com.es/