Entrevista de la periodista Marina Torné a Leila Onbargi durante el II Fòrum Dona i Menopausa.

«Doctora Leila Onbargi, ginecóloga de la Clínica Teknon de Barcelona.
 Diplomatura del American Board of Obstetrics and Gynecology. Miembro del American College of Obstetrcian and Gynecologists, del American Association of Gynecologic Laparoscopists. Miembro SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetrícia) y del NAMS (North American Menopause Society), del IMS (Internacional Menopause Society) y del AEEM(Asociacón Española para el Estudio de la Menopausia).
Es especialista en el tratamiento de la menopausia y ha participado en numerosos congresos y cursos en todo el mundo.

P. ¿Cuáles son los “ángeles” y cuáles los “demonios” del tratamiento hormonal durante la menopausia, según reza el título de su conferencia?
R. En determinados casos la terapia hormonal es un ángel que te salva la vida. Hay pacientes que viven la menopausia muy mal, con una calidad de vida pésima. A estas pacientes el tratamiento hormonal, si ya han fracasado otras alternativas, puede ayudarlas. Su vida va a cambiar de forma muy positiva desde la relación con los demás, con los hijos, mayor concentración, mayor autoestima… El “demonio”… En los últimos diez años el tratamiento hormonal ha recibido una publicidad muy, muy, muy negativa: que provoca cáncer de mama, que provoca problemas cardiovasculares, trombosis… Cuando se publicaron estos trabajos se trataba de otro perfil de paciente. Hicieron estudios con mujeres ya mayores, que llevaban diez o quince años con la menopausia. Muchas de ellas ya tenían hipertensión, sobrepeso, problemas coronarios… y cuando les administraron terapia hormonal fue como si explotara una bomba. Por ello ha crecido la fama negativa del tratamiento hormonal. De repente cayó en picado el número de mujeres que se “atrevían” a someterse a la terapia. Los médicos tampoco nos atrevíamos a recetarla. Ahora tenemos toda la información.
Para mí el tratamiento hormonal es un ángel cuando sea necesario. Hay muchas mujeres que no lo necesitan. Algunas pasan por la menopausia sin enterarse, sin ningún síntoma. En este caso no hace falta tomar nada sólo hacer ejercicio y seguir hábitos saludables.
Si la paciente es mayor, si ya hace años que está en la menopausia, con factores de riesgo, que fuma, que tiene antecedentes de cáncer de mama… entonces la terapia no debería de instaurarse. Si se trata de una paciente joven y sana, que ha probado otras alternativas y que no le funcionan, entonces sí que se puede pautar.
Con respecto al tratamiento debería administrase la mínima dosis posible y durante el menor tiempo posible. Una vez estabilizada y cuyo período de transición puede ir de los tres meses a los tres años, en función de cómo se encuentra la paciente, se puede ir retirando. No hay un período fijo. Hay que hablar con ella y valorar los riesgos y beneficios de continuar con la medicación.

P. ¿Hay pacientes que no desean que se les retire el fármaco?
R. Tengo pacientes que tienen más de setenta años y siguen tomando tratamiento hormonal porque hemos intentado retirarlo en varias ocasiones y la paciente me ha dicho: “Doctora, me da igual. Sé que existe un pequeño riesgo de cáncer de mama, pero me da igual. Me encuentro divinamente con el tratamiento. Prefiero vivir bien y menos años que muchos más y mal.” Debe de existir un diálogo entre médico y paciente valorando riesgos y ventajas aunque la última decisión la tiene la paciente.

P. A pesar de lo que me cuenta todavía existe un serio recelo por parte de las mujeres cuando su médico les prescribe un tratamiento hormonal.
R. En mi caso paso mucho tiempo con ellas. Trato de conocer sus preferencias, sus factores de riesgo, sus molestias, si son locales, si con un tratamiento vaginal específico ya se podría resolver el problema… Ello requiere tiempo. Existen facultativos que no disponen de suficiente y por este motivo tampoco se pueden dedicar a conversar con la paciente. A veces, se le dice a la mujer que si tiene sofocos se abanique. En muchos casos, la sintomatología tiene una duración corta, de unos seis meses, pasados los cuales, se resuelve. En otros, los síntomas tardan años en resolverse.

P. ¿Cuál cree que sería la píldora perfecta para paliar los efectos adversos severos de la menopausia?
R. No existe.

P. Para los hombres Viagra, Cialis… Y para la mujer?
R. La sexualidad de la mujer es muy compleja. Hay que tener en cuenta la parte fisiológica, cerebral, psicológica… Pero el órgano sexual más grande de la mujer es el cerebro.

P. ¿Y el del hombre?
R. La respuesta sexual de un hombre sigue el patrón de un interruptor: “On/Off”. La mujer con los niños, el trabajo, siempre está estresada… la lavadora estropeada, pensando en la cena, la compra, pensando en mil cosas y todas a la vez. Por ello, a menudo, le es muy difícil relajarse. En la menopausia la parte fisiológica, hormonal, la producción de testosterona en los ovarios, desciende mucho y todo ello provoca una disminución importante del deseo y de la respuesta sexual en un porcentaje importante de mujeres. El hombre ve a una chica guapa y ya está en el “On”. En la mujer el proceso es mucho más complejo.»

MarinaTorneMarina Torné
Periodista
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