Por aquello de las sincronicidades,  el tema de mi último seminario antes de las vacaciones es sobre “La soledad deliberada” y digo sincronicidad porque eso es lo que he “escogido” este año para mis vacaciones: estar sola conmigo misma. Todo comenzó con el deseo de estar sola,  sin  saber cómo ni dónde;  mi plan seguro de todos los agostos desde hace 14 años que vivo en Barcelona es irme a Venezuela y este año decidí no hacerlo. En esos días llamé a un amigo que vive en Las Canarias para saludarlo, me cuenta que hará el Camino de Santiago durante el mes de agosto y entre una cosa y otra me ofrece su casa para pasar mis vacaciones. No dudo que deben ser los hilos de los caminos con vericuetos del alma que se materializan afuera,  porque ni se lo había pedido ni pensado, ni tampoco le había contado de mis intenciones…una vez más se corrobora que basta perderse para encontrarse. Me tomé unos días para responderle -todo es mejor pasarlo por el tamiz del tiempo- y acepté, luego cuando pensaba en ello me venía la misma imagen: yo cantando, yo cocinando, yo escribiendo, yo paseando, yo tumbada en el sofá haciendo NADA, yo en plena naturaleza y así, una danza conmigo misma…. cualquier otro plan sería desobedecer las voces que vienen de adentro, ésas que mejor es obedecer y ponerse a su servicio, entre otras porque luego todo se hace más fácil, por “raro” o impensado que resulte. Si algo he ganado con el pasar del tiempo es la tranquilidad de saber que no todo –por no decir casi nada- lo controlo. Lo que sí ya es que para  “dejarse llevar” hay que contar con un método interior, me refiero por ejemplo a una escucha atenta y respetuosa a las voces que me guían, tener una cultura del mundo interior, haber desaprendido muchas cosas, tener un guía espiritual –que es como llamo a mi terapeuta- y así muchas otras cosas que nutren el cultivo del alma. La intención es tomar distancia para encontrar una perspectiva lo suficientemente lejana que me permita para ver las cosas más pequeñas o al menos desde un diferente lugar; también tengo deseo de hablar con mis amigos invisibles, que me esperan desde que éramos aun pequeños y pedirles que me ayuden a recordar esos días de la niñez en los que eran mis compañeros inseparables. También deseo  chapotear en algún río, darme baños de sol y de luna, dejar de contar las horas, no hacerle caso más que a mi hambre,  a mi sed y a mis caprichos, dormir en el día y escribir en la noche o lo contrario, serena en mi ordenado caos. Les cuento que en días pasados  asistí  a una recuperadora  sesión de Jin Shin Jyutsu y  lo primero que me señala Olgalicia es que mi energía está «depleted»,  algo así como “desinflada”, y me dice “esto se debe a un debilitamiento del campo etérico, cuya mejor manera de fortalecerlo es en la naturaleza”. Este es un mal del que padecemos muchas mujeres, quizás demasiadas, es otra de nuestras invisibilidades; el cansancio crónico que llevamos encima…..silente, constante,  abrumador. Así que destinar el mes de agosto para un mes de “soledad deliberada” es todo un regalo a mi cuerpo y mi alma. De aquellas vacaciones grupales, bulliciosas, festivaleras, soleadas, con el griterío de los críos y las grandes comilonas, a la soledad deliberada han pasado muchas lunas y muchos soles, ahora siento que ofrecerme este regalo es ¡todo un lujo! HORTENSIA CARRERHortensia Carrer Psicoterapeuta y analista jungiana. Hortelana del alma.

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