Montse Roura, directora de ella y el abanico ha sido entrevista junto a nuestras colaboradoras Lola Ojeda y Marta Martinez Arellanos, en esta entrevista de Norian Muñoz para el Diari de Tarragona, hablan de su experiencia en la etapa de la menopausia, os dejamos con ella:
Más de 53.000 mujeres que viven hoy en la provincia de Tarragona tienen entre 45 y 59 años, así que un buen número de ellas estará en plena menopausia (la edad promedio está en 52 años).Y la pregunta es: ¿por qué apenas se habla de ello? Para intentar dar respuesta hablamos con Montse Roura, directora del portal web especializado en menopausia ‘Ella y el abanico’, y con dos colaboradoras de su espacio: la ginecóloga Lola Ojeda (HM Gabinete Velázquez, Madrid y Women’s Health Institut Prof. Dexeus y Prof. Carmona, Barcelona) y con Marta Martínez, coach y desarrolladora de organizaciones y personas. Hemos sacado en claro 7 cosas sobre la menopausia que quizá no sabía.
1- Es probable que, efectivamente, tu madre no te contara nada al respecto. Montse reconoce que las cosas están cambiando, pero que es muy probable que quienes hoy están llegando a la menopausia no llegaran a hablar con sus madres de ella. «Y depende de cómo sea tu madre, de si está viva, de si la tienes cerca…». Marta, por ejemplo, relata que «mi madre cuenta que simplemente un día se levantó y ya no tenía la regla… Es cuestión de una época, la menopausia llegaba y se la echaban a la espalda, como tantas cosas». Eso sí, Montse reivindica que es de las cosas que hay que hablar en familia, «si no, parece que es algo malo», apunta.
2- Insomnio, sequedad de la piel… El catálogo de síntomas es largo. Basta con buscar imágenes sobre menopausia en Google: la mayoría de las retratadas son mujeres en pleno sofoco. Pero atención, aunque los calores son lo más conocido, no es lo único que pasa. Lola Ojeda trata de hacer un resumen y apunta que también hay «alteraciones del sueño, los cambios en el estado de ánimo (irritabilidad, tristeza, nerviosismo….), los cambios en el peso y el fenotipo (se redistribuye la grasa acumulándose en algunas mujeres en el hemicuerpo inferior: abdomen, glúteos y caderas y en otras en hemicuerpo superior: mamas, tórax, brazos..). Otros cambios también importantes y un poco más a medio plazo son la sequedad de piel y mucosas que dificulta, por ejemplo, la normalidad de las relaciones sexuales, por falta de lubricación vulvovaginal. Asimismo, existen cambios en la esfera afectiva con disminución de la apetencia sexual que se ve agravada en algunas ocasiones por las molestias e incluso el dolor por sequedad vaginal. En ocasiones pueden aparecer dolores óseos, articulares, astenia…».
3- A cada mujer le afecta diferente. Pero no se desanime de entrada, aunque el catálogo es grande, no quiere decir ni que todas las mujeres sufran todos los síntomas ni que a todas les afecten por igual. Además, no hay un tiempo determinado para dar esos síntomas por terminados: «Hay mujeres que viven la etapa climatérica sin grandes manifestaciones y en el otro extremo del espectro, otras mujeres se ven agobiadas por los numerosos síntomas que experimentan», explica la ginecóloga. La coach, por su parte, apunta que para ella, que comenzó con 42 años y hoy tiene 53, ha sido como una nueva adolescencia en que el cuerpo cambia y con esos cambios también la manera de percibir los estímulos del exterior. «Un día te encuentras en el campo y te das cuenta de que incluso las cosas huelen diferente… Es como que te fallan los periféricos», ejemplifica.
4- La terapia hormonal no es el demonio. Y no hay razón para sufrir los síntomas en silencio. La ginecóloga apunta que actualmente existen terapias naturales con derivados de plantas «como isoflavonas de soja, cimicifuga racemosa, acompañadas de lúpulo, salvia, minerales, vitaminas…». Dice que «son productos inocuos, cuyo éxito radica en la constancia. Aconsejamos siempre a las pacientes ser pacientes y esperar una, dos o tres semanas para comenzar a notar el efecto beneficioso. Muchas mujeres lo suspenden al no obtener en corto plazo los resultados esperados». Y la otra opción es la terapia hormonal (TH). «En la década de los 90 se utilizó de forma casi sistemática para todas las mujeres que finalizaban su etapa fértil. Al ser estrógenos o estrógenos y progesterona, los síntomas asociados a la menopausia desaparecen rápidamente y las mujeres seguían protegidas precisamente por los estrógenos sobre todo en salud cardiovascular y ósea. El boom de la terapia hormonal sufrió un fuerte retroceso, tras la publicación del estudio WHI que expuso de forma alarmista resultados de un estudio, mal diseñado, que refería el incremento del riesgo relativo de cáncer de mama en las usuarias de terapia hormonal. No hace mucho los mismos autores que publicaron estos resultados, explicaron los fallos de método con el objetivo de situar la TH en su lugar y ayudar a los ginecólogos a poder seguir utilizándola sin estar siempre cuestionando las hormonas». Recalca la especialista que la prescripción de los tratamientos debe ser individualizada y en el caso de la terapia hormonal no debería tomarse, en general, más de cinco años.
5- La vida sexual cambia, pero no es el fin. Es crucial no quedarse con dudas en la consulta del ginecólogo/a, hay que preguntarlo todo, porque si se trata de temas fisiológicos existen tratamientos más novedosos y muy eficaces como la aplicación del láser vulvovaginal, el ácido hialurónico y la radiofrecuencia que mejoran las condiciones de la vulva y la vagina. Roura cuenta que también hay que ver el lado positivo del asunto: no hay que preocuparse nunca más por quedarse embarazada, «es toda una liberación».
6- Las emociones no avisan. A diferencia de lo que sucede, por ejemplo, con la menstruación, en que algunas mujeres saben calcular cuándo se pueden sentir más irritables o tristes, en la menopausia las oleadas se presentan en cualquier momento. Montse cuenta que las hormonas «te pillan desprevenida, entras a la frutería y cuando sales piensas ‘la que he montado por una manzana…’». Eso sí, eso no quiere decir que esos momentos de alta irritabilidad, tristeza o frustración sean incontrolables. Marta Martínez, que como coach ha tenido muchas clientas mujeres en esta etapa, dice que es crucial ver cómo se asumen estos picos emocionales y relativizarlos. Una idea, por ejemplo, si se siente una de estas oleadas, es tomarse un momento para respirar, hacer una meditación corta, tomarse un café, dar una vuelta, cerrar los ojos… y sobre todo dejar de rumiar, de concentrarse en lo mal que nos sentimos. Hay que aceptar la situación y «aprender a estar cómodas dentro de la incomodidad».
7- Una revisión profunda para ser quien se quiere ser. La coach reconoce que ha tenido muchas clientas a quienes la menopausia se les ha juntado con un despido o durante un paro de larga duración. A Marta no le gusta hablar de crisis, pero sí asegura que suele ser un momento en que las mujeres comienzan a mirar hacia adentro, a preguntarse lo que realmente quieren, así que es cuestión de enfoque, asegura.«Hay que entrenar el músculo de la positividad, porque el de la negatividad lo tenemos bien desarrollado desde pequeños». Y Montse, finalmente, recuerda que con la ampliación de la esperanza de vida la menopausia comienza la etapa más larga de la vida de las mujeres. «Bendita yo que he llegado a la menopausia», exclama.
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