La Alicia que os presentamos no vive en el país de las maravillas.

Ha pasado por una experiencia que, lamentablemente, es real y común para muchas mujeres: un cáncer de mama.

Sin embargo, gracias a su espíritu luchador, alocado y positivo ha sabido darle la vuelta a la situación.

Ni el periplo de la enfermedad ni los tratamientos agresivos ni la extirpación de un pecho le han robado el sentido del humor.

La protagonista nos cuenta su aventura partiendo de un lema muy claro: La vida después del cáncer ya nunca es igual… pero viene a ser lo mismo.

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Isabel Franc, Susanna Martin

 

ALICIA EN UN MUNDO REAL

 

EGALES Editorial

 

 

Entrevista con Isabel Franc

«La enfermedad no ha podido conmigo ni con mi humor, la heroína soy yo, el mérito de escribir el libro es mío y no de la enfermedad».

Has escrito varias novelas, pero esta es la primera en formato novela gráfica, ¿por qué optaste por este género?

En principio, no tenía intención de escribir sobre el tema, fue mi círculo de amigas más cercano el que me animó a explicar la experiencia poniéndole humor. Entonces pensé qué libro me hubiera gustado leer a mí en esas circunstancias en las que tienes mucho tiempo para leer y poca energía para hacerlo. Siempre me ha gustado leer historietas o cómics y hacía poco había descubierto la fuerza de la novela gráfica a la hora de tratar temas difíciles: Persépolis de Marjane Satrapi o Fun Home de Alison Bechdel son dos buenos referentes en ese sentido. El dibujo ayuda, te acerca al personaje y al tema de una forma más amable. Encontré, además, una dibujante, Susanna Martín, que supo captar muy bien el espíritu de Alicia. De ahí el resultado.

¿Cuánto hay de autobiográfico en este libro?

Todo. La historia parte de una experiencia personal. Por supuesto, está ficcionado, hay personajes tipo, es decir, que aúnan características, acciones i anécdotas de varios personajes reales, hay personajes inventados y situaciones que no me pasaron directamente a mí, pero que son habituales en un proceso de cáncer. A partir de ahí, lo que se cuenta y el desarrollo de la historia, con sus parodias y sus exageraciones, es fiel a la realidad.

¿Escribir esta novela gráfica te ayudó a afrontar la vida una vez superado el cáncer?

Rotundamente no. Como explico en el artículo Posicionándonos ante eso que (no) llaman cáncer, aparecido en La Independent en octubre de 2015, a mí la enfermedad no me ha aportado nada positivo, no me ha enseñado nada que no supiera antes, lo que ha hecho ha sido confirmarlo. Cuando hablamos del pensamiento positivo no debemos caer en esa especie de integrismo que nos obliga a creer en los supuestos beneficios de la enfermedad. Te dicen: “Gracias a ella has escrito este libro”. No, perdone, lo he escrito a pesar de ella, la enfermedad no ha podido conmigo ni con mi humor, la heroína soy yo, el mérito es mío y no de la enfermedad.

En el cómic hablas del suicidio de una forma muy natural. ¿Crees que existe un tabú en la sociedad respecto a este tema?

Me interesaba hablar de la idea del suicidio porque es algo que puede aparecer y no hay que dramatizarlo. La reflexión: “antes de que me mate el cáncer, me mato yo” es lícita, puedes permitírtela y puede, incluso, ayudarte a seguir adelante. Ocurre un proceso similar al de la muerte simbólica de alguien, si lo matas en la imaginación, no lo harás en la realidad. El mensaje de la novela es “permítete esos pensamientos y una vez asimilados, destiérralos”.

Buena cuenta de ello la dan las amigas de Alicia que, cuando les anuncia su decisión de quitarse la vida, no le hacen ni caso: “¡Ay, hija, qué pesada se pone!”, dice una de ellas.

¿Crees que tratar un tema cómo el cáncer de mama de manera irónica y con humor puede ayudar a otras mujeres que estén o hayan pasado por lo mismo?

La experiencia que tenemos es que sí y mucho. Desde que apareció Alicia hemos recibido innumerables mensajes (tanto vía mail como personalmente) de mujeres que nos dicen “gracias por hacerme reír en una situación tan difícil”. Esa es la mayor recompensa que podemos tener. Porque, además, Alicia les está diciendo que no están solas, las está acompañando en ese viaje lleno de vientos y tormentas, para llegar a buen puerto.

En el cómic también se trata la diversidad sexual y de género ¿Cuánto hemos avanzado y cuánto nos queda por avanzar en este campo?

Parece que la sociedad lo acepta más, lo ha integrado, pero siempre dentro de unos cánones de “normatividad”. Alicia no tiene familia, es su red de amigas la que está a su lado, le da soporte y, también, la soporta. En un principio, me planteé crear un personaje heterosexual, con marido, un hijo, una hija y una lavadora (lo más heterosexual del mundo) con la idea de que podía llegar a más público, pero preferí ser fiel a mi condición y a mi elección vital. Eso provocó que algunos medios la calificaran de obra “lésbica” y por ello no quisieran reseñarla. El tema central de Alicia no es su opción sexual y afectiva, sino cómo afronta un cáncer de mama, algo que puede suceder a todas las mujeres sea cual sea su raza, religión, ideología, procedencia, elección sexual, etc. Las personas LGBTI tenemos las mismas experiencias y muy pocos referentes en los que vernos reflejadas. Además, todo lo que hemos conseguido, en cuanto a derechos, puede esfumarse en cualquier momento si el poder cae en manos de los sectores más reaccionarios. Y ojito, que ya han enseñado los dientes.

«Desde que apareció Alicia hemos recibido innumerables mensajes de mujeres que nos dicen “gracias por hacerme reír en una situación tan difícil”. Esa es la mayor recompensa que podemos tener».

¿Qué esperas aportar con este libro al lector?

Sobre todo, una visión desdramatizadora de la enfermedad. Y también un puente de unión con las personas que están pasando por este proceso. Mucha gente compra el libro para regalárselo a una amiga que ha recibido el diagnóstico, porque no saben cómo afrontar el tema, cómo hablar con ella. Alicia les sirve de nexo. Es una antiheroína, como la persona que recibe el libro, podrá identificarse con ella y quitar hierro al asunto. Es importante pensar también en las personas que “acompañan” a la enferma. Muchas veces, no tienen ningún tipo de soporte y no saben cómo ayudar. A menudo, para sentir que aportan algo, recurren a dar todo tipo de consejos caseros de aquello que sirvió a su cuñada, a una vecina… en Alicia se parodia también este aspecto. Las amigas se le echan literalmente encima con un sinfín de recomendaciones. Hay amores que matan.

¿Crees que el mensaje positivo del libro puede ayudar a la crisis que estamos viviendo?

Las crisis siempre conllevan nuevas oportunidades. Ese es el espíritu de Alicia. En la vida pasan cosas, siempre pasan cosas, algunas muy trágicas. Lo que nos ayuda a afrontarlas y a superarlas es nuestro posicionamiento ante ellas. El confinamiento, por ejemplo, bloqueó a muchas personas que trabajan con la creación, a otras nos estimuló. Yo me dediqué a escribir una novela. Escribir es lo que siempre me ha salvado la vida, ahora no iba a ser menos.

Alicia perdió una estupenda oportunidad de ser presentada en un escenario, tanto el libro como la adaptación teatral, que también existe. Bien, lástima… pero ahora, unos meses más tarde, volvemos a la carga con la misma fuerza. Y con nuevas noticias porque tenemos también una propuesta para que se lleve a la pantalla en formato serie de TV. ¿Va a poder con nosotras una pandemia? ¡¡Vamos!!

¿Por qué es necesario celebrar el «Día Internacional del Cáncer de Mama»?

No soy muy partidaria de este tipo de celebraciones por lo que implican de comercial. Lacitos rosas, empresas y productos que usan el eslogan de apoyo a la lucha contra el cáncer para vender más, vistosas carreras solidarias… En realidad, es puro márqueting. Es importante recordarle a la sociedad que el problema existe y la incidencia que tiene, pero creo que deberíamos hacerlo desde una óptica más analítica: ¿por qué no hay carreras solidarias por el cáncer de próstata? ¿Qué carga “de más” debemos soportar las mujeres? ¿Qué pasa cuando la mujer, cuyo rol social establecido es el de cuidadora, no puede cuidar y ha de ser cuidada? ¿Qué pasa cuando la mastectomía rompe los ideales estéticos? Jornadas como el Día Internacional del Cáncer de Mama han de servir para fomentar la reflexión y la crítica.

Hay una construcción social del cáncer y en especial del cáncer de mama, hablemos de ello y de todo lo que supone, y dejémonos de comprar ese día productos con etiqueta rosa.