No es el principio del fin, ni el comienzo de la última etapa del camino. Tampoco es el saludo a la senectud por cuanto supone de adiós a la juventud. La menopausia es, biológicamente, el cese de la función ovárica y, por ende, la pérdida brusca de estrógenos, las hormonas sexuales femeninas por excelencia. Esto se traduce en la amenorrea o pérdida de la regla y en la incapacidad para concebir y engendrar hijos. A los meses durante los que se prolongan en la mujer todos estos acontecimientos psicobiológicos se les conoce como climaterio. ¿Supone esto la pérdida de la belleza, del encanto, del poder de seducción? Categórica, taxativa y asertivamente, no. Con el aumento de la esperanza de vida, las mujeres maduras de hoy nada tienen que ver con las de hace tan solo 40 años. Más o menos cuidadas, con más o menos arrugas, con más o menos flacidez, en su peso o con kilos de más, la mujer actual de los países desarrollados es, y tiene que serlo, capaz de seguir siendo bella, por fuera y por dentro (como se dice ahora). Fuera complejos como sea. Y las que deseen echar mano de la cirugía estética, del gimnasio, del ejercicio físico (este último, muy recomendable siempre y a todas las edades) para sentirse mejor (sobre todo consigo mismas), que lo hagan, y sin complejo. In illo tempore, un genio de las letras como William Shakespeare comparaba a la mujer madura con una mula vieja. Disculpémosle. Si la moderna sociedad del siglo XXI sigue conservando un cariz machista, ¡cómo no en los siglos XVI y XVII! Y en la gran novela El perfume, publicada en 1985 por el alemán Patrick Süsckind, y ambientada en el siglo XVIII la mujer de 35 años era una anciana. (No olvidemos el aumento de la esperanza de vida). En aquellos tiempos muchas féminas ni llegaban a la menopausia y morían en edad fértil. Las cosas han cambiado para mejor, pero nuestra sociedad sigue conservando, lamentablemente, atavismos, tabúes, estigmas, falsos mitos y creencias desvirtuadas acerca de esta etapa, en la que a la mujer le quedan muchos años de vida, y con buena calidad de vida si está sana y se cuida. Una etapa en la que puede mantener una sexualidad plena sin temor a un embarazo no deseado y sin tener que mantener precauciones para ello (otro asunto es el empleo del preservativo para la prevención de las ITS o infecciones de transmisión de sexual; especialmente si existe promiscuidad de parejas). Es también una etapa en la que se puede volver a vivir una gran pasión o un gran amor en entera libertad (tras un divorcio o una situación de viudedad). Los cambios sociológicos experimentados en la sociedad española en las últimas décadas y la aparición de nuevos modelos de familias, además de la nuclear, han puesto en el mercado una gran cantidad de solteros y solteras deseosos de encontrar nuevos compañeros de camino, puesto que son muy pocos los que optan por la soledad elegida (otra cosa es la impuesta por las circunstancias de la vida). No hay estado más perfecto que el de la pareja si está bien avenida, si hay complicidad, si cada uno respeta al otro y el espacio del otro, prevaleciendo siempre el amor entre los dos y proyectado hacia los demás, sin aislamiento. ¡Cuántas mujeres han encontrado en la madurez el amor de su vida, incluso después de tener ya a sus hijos creciditos y algunos de ellos emancipados! ¡Y cuántos hombres! Y ellos no lo han encontrado en una jovencita, sino en una mujer madura, de edad similar, o incluso algunos años mayor. A los hombres inteligentes no les importa. Y, por suerte, son la mayoría. A menudo son los hijos son los que animan a sus padres, divorciados, a buscar una nueva pareja. Abandonemos definitivamente esa expresión insultante e hiriente (que, afortunadamente, se oye cada vez menos), que reza: “Esa mujer está menopáusica”, queriendo significar que es una histérica insoportable. Y somos nosotras mismas quienes tenemos que ganar la batalla (pese a que no se trata de ninguna guerra, ni de sexos, ni social), demostrando que la menopausia representa un nuevo amanecer. Debemos empezar educando a nuestras hijas a llevar un estilo de vida saludable para que lleguen estupendas a esa edad y se sigan manteniendo espléndidas, para que se empiecen a cuidar la piel desde la adolescencia y a respetar la protección solar para prevenir el fotoenvejecimiento; en definitiva, para añadir años a la vida y vida y belleza a los años. Un cuerpo bello por fuera también lo es por dentro. Y un cuerpo sano también es una mente sana. Empecemos a educar a nuestras hijas ya para su menopausia. Y para nosotras, nunca es tarde si la dicha es buena, como dice el refrán español. No es el principio del fin, ni el comienzo de la última etapa del camino. Es el inicio de un nuevo amanecer. Bienvenidas a la menopausia… y más allá.
Mayka Sánchez Periodista Especializada en salud y medicina UCM
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