El incremento del riesgo de osteoporosis propio de la mujer en la etapa de la menopausia junto con el déficit de vitamina D que hay en tres cuartas partes de la población española hacen que los lácticos preferentemente bajos en grasa y enriquecidos con vitamina D sean de especial utilidad en esta etapa de la vida.
En esta etapa especialmente escogeremos preferiblemente los lácteos desnatados. Recordemos que son una buena fuente de calcio, mineral importante para el mantenimiento de la masa ósea, que en esta etapa entra en una fase crítica. Sin embargo, optar por las versiones bajas importante a lo largo de la vida, mas a partir de los 50 años.
Dado que la prevalencia de la intolerancia aumenta con la edad y que, por otra parte, los síntomas asociados a ella son peor tolerados en esta etapa al sumarse a los propios de la menopausia, es muy importante descartar su presencia. En tal caso los lácteos serán preferiblemente bajos en lactosa, como yogures, kéfir y otras leches fermentadas u lácteos funcionales, al haber añadido lactasa o probióticos productores de la misma.
Recordemos que los lácteos bajos en lactosa tienen las mismas propiedades nutritivas (aporte de proteínas, Calcio,..) excepto de aquellos derivados de la ausencia del disacárido lactosa. Estos , básicamente serían un ligero aumento del índice glucémico sin evidencia de repercusiones clínicas y un menor aporte de azucares al intestino, los cuales son nutrientes importantes de nuestra flora.
Diversos estudios han demostrado la disminución de betacarotenos por las propias bacterias del intestino, hecho que podemos compensar fácilmente aumentando el consumo de frutas y verduras y reforzando las normas para cuidar nuestra flora intestinal (tema que no estaremos a comentar en esta ponencia).
Son muchas las veces en que las mujeres habitualmente se preguntan si la entrada en la menopausia les “obliga” o condiciona a dejar de consumir productos lácteos para sustituirlos por soja, alimento estrella cuando hablamos de este tema.
Hemos oído muchas veces que los fitoestrógenos de esta legumbre ayudan a minimizar los síntomas asociados a la falta de hormonas femeninas. Aunque es fácil entender bioquímicamente el por qué de estas acciones , la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó la bibliografía científica y concluyó que los datos son insuficientes para establecer una relación de causa – efecto entre la reducción de los síntomas vasomotores (sofocos, sudoración) asociados con la menopausia y la ingesta de isoflavonas.
A pesar de ello debemos recordar que los estudios hasta el momento efectuados no han contemplado las distintas características genéticas que no solo afectan a la respuesta ante las distintas moléculas sino también la modulación epigenética que los alimentos pueden hacer. Deberemos por tanto estar atentos a futuros estudios.
En todo caso, recordemos que la dieta debe aportar el suficiente calcio (los lácteos son una óptima fuente de calcio, junto a otras como pescados con espina, nueces, soja etc etc) que precisará de unos niveles correctos de vitamina D, que no podemos aportar a través de los alimentos naturales por lo que, además de la exposición solar en nuestro país y los países situados en nuestra misma latitud, se precisa del uso de alimentos enriquecidos en vitamina D o suplementos farmacológicos de la misma.
Las presentaciones de lácteos en su forma de leches fermentadas, tienen numerosas ventajas además de reducir la cantidad de lactosa, mejoran su digestibilidad y contribuyen al buen estado de nuestra flora.
Mas información en la conferencia : “Dudas más frecuentes sobre la leche, ¿mito o realidad?” que tuvo lugar en el II Fòrum Dona i Menopausa clicando AQUÍ
Dra. Joima Panisello
Dra. en Medicina y Cirugía
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