Muchas mujeres incluso años antes de que llegue la menopausia experimentan un verdadero miedo a ser víctimas de todo lo que han oído hablar y creen que puede aparecer todo lo descrito en las publicaciones sobre el deterioro de su salud y sexualidad, ante la ausencia definitiva de la menstruación. Algunas mujeres se muestran preocupadas y acuden al ginecólogo dispuestas a prepararse para prevenir los síntomas indeseables asociados a este fenómeno natural de una de las etapas de la vida.
La presentación clínica en la menopausia se manifiesta en forma de los sintomas neurovegetativos que ocurren, incluso en algunas ocasiones antes del cese definitivo de la menstruación, como las temidas sofocaciones, el insomnio, los dolores articulares, la depresión, e irritabilidad, entre los más comunes.
Ninguno de ellos, representan una condición que pueda alcanzar de forma obligatoria a la mujer afectada por el cese hormonal. De modo que puede establecerse una menopausia natural en un 15-25% de mujeres sin aparecer ningún síntoma inmediato.
La supresión paulatina de la actividad ovárica contribuye en muchas mujeres a la aparición de una batería de sintomatología aunque no es por igual, ni en la misma intensidad en las pacientes, ya que varía en una gran medida pudiendo ser desde leve hasta muy severa.
Lo mismo ocurre con los trastornos del ciclo menstrual, en la transición de la perimenopausia pueden presentarse irregularidades en los ciclos menstruales, con cambios del patrón menstrual y/o sangrados uterinos anómalos, o por el contrario, puede acontecer la menopausia sin ningún síntoma como se ha comentado, y llegar a diagnosticarla de forma retrospectiva después de un año continuado sin menstruación.
Lo que sí ocurre en todas las mujeres, aunque no se percibe de forma inmediata pero no por ello dejan de ser muy importante, son los signos y síntomas de atrofia vaginal que en gran medida van a repercutir en la sexualidad de la mujer.
Quizá motivado por el paso del tiempo en que ocurrió la menopausia o por el desconocimiento de las mujeres, ya que son menos populares que los bochornos y sofocos, ni hacen prevención, ni en ocasiones los relacionan con la menopausia. Cuando las mujeres tienen sofocos, y son leves desparecen espontáneamente, no ocurre lo mismo con la vagina, el hueso, y el corazón.
En concreto en la vagina, el primer signo que aquejan las mujeres es la sensación de sequedad, comporta malestar, incluso en los prólogos del coito no se produce la secreción propia de estímulo sexual, y no es debida a falta de deseo, ni siquiera a una deficiencia de la actuación de la pareja, sino a la disminución del moco producido por las glándulas de la pared vaginal por falta de estrógenos.
La vagina con el paso del tiempo va perdiendo su capacidad elástica y su grosor, se hace más delgada, menos rugosa, tiene menos pliegues, su Ph es más básico, lo que condiciona más susceptibilidad a las infecciones, así como una mayor incidencia de dispareunia, es decir de dolor con la penetración en las relaciones sexuales o con la masturbación.La sensación de prurito, quemazón y picor con el tiempo puede ser en muchas mujeres constante, lo que condiciona una falta de deseo sexual. Si no se trata, la extremada delgadez de la mucosa vaginal llega a ser tan friable que con el roce da lugar a pequeñas laceraciones, incluso en algunos casos ulceraciones que pueden ocurrir de forma espontánea o por pequeños traumatismos con las maniobras sexuales. La vagina requiere una atención muy cuidadosa incluso antes del inicio de la menopausia. Los ginecólogos tenemos que hacer una medicina preventiva en nuestras consultas y dar consejos a nuestras pacientes ya en el climaterio.
También debemos promover, concienciar y ofrecer soluciones para que no se produzcan lesiones en la vagina. Nuestro oficio no solamente es curar y prevenir, sino trasmitir información e impulsar campañas de divulgación en los medios de comunicación y prensa.
Es necesario tomar una especial atención a todas pacientes, las que ya llegan interesadas y preocupadas, cómo en las que desconocen estos cambios. Tanto en las manifestaciones inmediatas, y en las tardías que ocurren en la menopausia por la deprivación estrogénica.
Así podrán disfrutar cada una de las mujeres, no solo de su sexualidad a lo largo de esta etapa de su vida, sino obtener el fin último cómo es el lograr la mejor calidad de vida posible, a lo largo de toda su vida.
Dra. Elena Ruiz Domingo
Especialista en Obstetricia y Ginecología y Medicina del trabajo.
Master en Patología Mamaria.
Licenciada en Medicina y Cirugía.
Diplomada en Sanidad.
Colaboradora habitual de www.ellayelabanico.com
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