Con una sensibilidad extraordinaria, en esta entrevista Gabriela Waisberg nos cuenta qué tres cosas le diría a una mujer para prepararse para el rito de paso de la menopausia y también cómo surgió y se desarrolló el proceso creativo que dio lugar a la pequeña-gran joya que es este libro que transmite ternura, amor e inspiración en cada una de sus páginas.  ¡Qué la disfrutes!

Fuente: http://mujerciclica.com/2017/03/17/el-clitoris-no-envejece-una-entrevista-sobre-la-menopausia/

Gabriela, ¿qué es lo que te ha impulsado a escribir el libro “Me Abrazo”? ¿Cuál ha sido la chispa para esta creación?

Es curioso como sucedió… Yo no tenía para nada pensado hacer este libro. En noviembre de 2015 empecé con los sofocos. Estaba muy asustada ¿Qué era eso que surgía desde mi cuerpo y yo no conocía? Aunque había escuchado hablar de la menopausia, sentirla era otra cosa. No me gustaba nada y no había forma de pararla. Hubo días que tenía sofocos de intensidad muy fuerte, cada 40 minutos. Así estuve varios meses. Estaba triste, me costaba aceptar mi comienzo de hacerme mayor.

Pero con los primeros síntomas de sofocos y angustia, me pasó algo de lo más curioso: mi sensibilidad se agudizó de una forma extraordinaria. Mi cuerpo era receptor del mundo exterior de una manera mucho más salvaje: darme una ducha, vestirme con diferentes texturas, bailar, sentir la música, beber agua, caminar, besar, abrazar o el encuentro sexual y amoroso eran experiencias cotidianas que en esos meses las vivía como si la frecuencia de placer hubiera subido a tope. Parecía contradictorio: sufría por los sofocos y al mismo tiempo mi piel me traía mucho placer.

Así pasé varios meses, hasta que en enero de 2016, durante un seminario de mi formación como arte-terapeuta, hicimos diferentes meditaciones. El trabajo se enfocaba en las meditaciones y en dibujar nuestro cuerpo físico, luego sobre este, nuestro cuerpo emocional, luego la forma de nuestra mente, y por último nuestro cuerpo espiritual.

Durante todo ese seminario, que duró 12 horas, no hice otra cosa que llorar, acariciarme, desnudarme a causa de los sofocos, morirme de frío al segundo siguiente, volver a llorar. Y en una de las meditaciones, me vino como un rayo: “Hacer un libro de auto-abrazos para mujeres menopaúsicas” Un rayo. Muchas veces mi  voz interior me habla. Y lo que me dice en estado meditativo, lo considero sagrado. Aunque después me dé mucha pereza, lo obedezco.

Y eso fue lo que hice con este mensaje que me vino, mientras mis brazos rodeaban mi cuerpo. Eso fue durante un fin de semana. El lunes por la mañana escribí en un par de horas todo el texto.

Las ilustraciones vinieron después. Nunca antes había pintado de esa forma, yo no sabía hacer un rostro. Dibujaba en un estado que nunca había experimentado: mi mente estaba completamente clara, tranquila, mi corazón cálido. Así fue como con papeles de colores, ceras pastel, lápices de colores heredados de mis hijos, rotuladores que iba probando… Fui dejando que esas imágenes aparecieran. Esa energía y sensibilidad me duró un par de meses, hasta que terminé el libro. Fue un proceso maravilloso donde también pinté con lápices de colores mis miedos e inseguridades.

Cuando te escucho, me viene esta imagen que sale en el libro de Susun Weed “The New Menopausal Years”, en la que dibuja el flujo de energía kundalini después de la menopausia. Con relación a los sofocos y al proceso creativo y de sensibilidad aguda que has vivido, ¿qué te sugiere este dibujo?”

Lo primero que vi en el dibujo no fueron las flechitas sino el cuerpo de la mujer madura. Me encantó. Y qué alegría que me haya gustado… Así empieza a ser mi cuerpo.

La mujer madura en un huevo de energía que toma su fuerza desde su interior, una energía propia que la recorre toda, que deja en la tierra, que se nutre de la tierra. Este movimiento entre lo interior y el exterior me recuerda a unas preguntas que me hago a mi misma muchas veces a lo largo del día, sobre todo cuando atravieso algún momento de incertidumbre o insatisfacción: ¿En esta situación, me estoy cuidando amorosamente? Y la otra: ¿Qué me dice mi energía ahora?

Estoy aprendiendo a escuchar y a percibir mi energía, a no “hacer por hacer” a lo loco, a no hacer tantísimo “porque puedo hacerlo”, a no hacer para agradar, o para probarme a mí misma, o para cumplir con las exigencias del exterior. A no hacer –de algún modo- para volver a  lo “seguro y calentito”, que en mi caso, son aquellos patrones de sufrimiento, soledad y victimismo.

Ahora, a veces, me permito parar, me permito hacer menos para tener momentos en el día de quedarme recogida en mí y sentirme. Puedo darme cuenta de que mi energía ‘se me acaba’ y necesita ‘cargarse’ de nuevo. Y para ello, necesito hacer, pero sin llegar hasta el agotamiento… Descansar, meditar, mover el cuerpo, sentarme en un banco del parque a mirar el cielo, sentarme ente mis plantas con una buena taza de hierbas, conectarme de nuevo de forma amorosa conmigo para luego, otra vez, si lo necesito, salir al mundo exterior. O estar en el mundo exterior, pero muy desde mí.

El dibujo, a mi entender, muestra una posibilidad maravillosa que la vida nos trae a las mujeres en estas edades. Pero, si no la vemos, si no la hacemos nuestra, de la manera que sea, a partir de los procesos de cada una, me parece que sólo nos podemos quedar en los sofocos, la angustia y la necesidad de que se nos pase rápido.

Ahora que lo pienso, creo que durante toda mi vida estuve buscando cual era la fórmula ideal para mí entre “ser/estar en mí” y “ser/estar en el mundo”… Y creo que recién ahora, con la energía que me trae estos años la menopausia y con todo el trabajo terapéutico y espiritual que he hecho, estoy llegando a una manera menos angustiosa de vivir, más alegre y con mayor comprensión de mi misma.

¿Qué tres cosas le dirías a una mujer que se acerca a la menopausia, para irse preparando amorosamente para este rito de paso?

Lo primero que le diría es que necesita conectar consigo misma para escucharse, recogerse, quedarse buenos ratos en ella misma…Es un momento que, en principio, puede resultar muy duro, muy puñetero (sofocos-angustia- llantos- hiper sensibilidad- miedos- tristeza…) Pero si lo transitas de forma consciente y eres amorosa contigo puede resultar un momentazo: liberar- despedir- crear la mujer que quieres ser.

Luego, si puede, si quiere, si le apetece sentir y expresar con el cuerpo y a través del arte, le invitaría a explorar estas preguntas:

  1. ¿Qué es para ti, cómo es o cómo estás siendo tu menopausia…?
  2. ¿Cómo quieres prepararte para vivir este momento? ¿Cuáles son tus emociones? ¿Cómo las gestionas? ¿Qué te pasa cuando las sientes?
  3. Para conectar con la menopausia como un ritual de paso, ¿Qué aspectos internos quieres dejar atrás? ¿Qué símbolos quieres usar? ¿Cómo colocas tus fortalezas y debilidades? ¿Cómo es tu ilusión para crear tu mujer madura?

Por último, sentir e integrar que es un momento con mucha potencialidad. Muchas mujeres llegadas a estas edades logran sentirse de maravillas consigo mismas, más libres, más ellas mismas incorporando y aceptando los aspectos físicos de hacerse mayor. Como decían los antiguos nativos americanos:

En su primera menstruación, una mujer descubre su poder.
Durante sus años menstruales, practica su poder.
En la menopausia, se convierte en su poder.

Y tener muy presente algo que pocas veces se dice cuando se habla de la menopausia: el clítoris no envejece. Pues eso: ¡a seguir disfrutando de la vida, ahora como mujeres extraordinarias mujeres maduras!

Una entrevista de Sophia Style, creadora de Mujer Cíclica

Para saber más sobre Gabriela Waisberg y todo lo que ofrece, o adquirir su libro, visita su página web: Editorial Sin Verguenza