Queramos o no, la menopausia es un momento de importantes cambios vitales en el cual muchas mujeres tenemos que hacer el duelo por la vieja vida que perdemos.

Revisar y poner al día nuestra forma de sentir, nuestra forma de comportarnos y relacionarnos con las personas más cercanas (padres, hijos, pareja, jefes, amistades, etc.) se hace imprescindible para asimilar los cambios que esta etapa lleva implícitos.

El climaterio es una etapa de transformación en la vida de las mujeres que va mucho más allá de lo puramente físico…

Además del cambio hormonal que pone fin a la edad reproductora, nuestro cuerpo, y concretamente el sistema nervioso, se reorganiza y aunque se produzcan cambios físicos en esta etapa, el verdadero cambio de la menopausia es EMOCIONAL. Es así de sencillo: el cerebro cambia.

Este cambio genera un proceso de revisión general de nuestra vida y empezamos a preguntarnos…“¿Esta es la vida que quiero para mi?…” Tener el valor de aceptar los cambios necesarios en la edad madura y sentir la pérdida que los acompaña es fundamental si queremos crear unos cimientos firmes para nuestra salud en la segunda mitad de la vida.

De alguna manera, no estás a gusto en tu nuevo mundo y tu viejo mundo ya no te va bien.

El síndrome del Nido Vacío
No hace falta ser madre para experimentar la sensación de pérdida personal y soledad que se produce cuando nos enfrentamos a una etapa de cambio importante en nuestra vida.

Esta sensación de pérdida no tiene por qué estar relacionada únicamente con la salida de casa de los hijos.

Puede ser la ruptura definitiva con un marido del cual hace tiempo nos sentimos distanciadas, cambios profesionales y laborales, la muerte inesperada de un ser querido o la sensación de haber dejado de ser necesaria en alguna faceta de tu vida en la cual habías sido casi imprescindible.

Seamos conscientes de ello o no, esta es una etapa en la que pones en cuestión muchas facetas de tu vida lo cual provoca, a menudo, una sensación de pérdida y soledad difíciles de sobrellevar y sostener.

Parece que la vida nos empuja irremediablemente a asumir cambios frente a los cuales no nos sentimos preparadas lo que nos genera una acusada sensación de inseguridad, falta de confianza y soledad.

No entendemos muy bien lo que nos pasa y la sensación de soledad se impone.

Hay que ser extraordinaria o haber realizado un largo y profundo proceso de trabajo personal como para no sentir MIEDO.

Muchas mujeres se resisten fuertemente al cambio y a la transformación. Quieren salir de ahí como sea y hacen todo lo posible por mantener la vida de siempre, aunque ello signifique ir en contra de ellas mismas y gastan una energía preciosa tratando de mantener a raya los cambios importantes que la madurez conlleva y se dedican a remar río arriba en lugar de dejarse llevar por la corriente hacia aguas nuevas e inexploradas.

Con frecuencia el miedo de avanzar es tan grande que las lleva incluso a retroceder.

Es inevitable que surjan las dudas: “¿Soy capaz de hacer esto? ¿Tengo el talento necesario? ¿Tengo la suficiente fuerza? ¿Soy capaz de arreglármelas sola? ¿De qué me sirve haber logrado el éxito si no tengo a nadie al llegar a casa?

Cuando una mujer se enfrenta a la perspectiva de un nido vacío, por difícil que le resulte, lo fundamental que debe tener en cuenta es lo siguiente: la separación es algo necesario y en última instancia una oportunidad, pues le despeja el camino para su siguiente fase de desarrollo.

A pesar del miedo y la sensación de vacío bajo los pies, quedarte donde estás no es una opción viable si no quieres un proceso de envejecimiento acelerado y una pérdida de vitalidad acusada. Para tomar un nuevo camino es necesario dejar atrás el viejo. Soltar lo conocido y adentrarse en lo desconocido.

¿Cómo gestionar el síndrome del Nido Vacío?
Reconocer y experimentar la sensación del nido vacío y la sensación de ir a la deriva, no salir huyendo y simplemente estar presente…en definitiva, rendirse.

Permitirnos experimentar totalmente nuestros miedos, nuestra inseguridad y nuestra confusión.

La tendencia general es la de encontrar soluciones rápidas, fáciles y sobre todo indoloras…pero siento decirte que la mejor manera de superar el síndrome del nido vacío es: primero ser conscientes y reconocer que estamos en él y segundo darnos el permiso para transitarlo.

La recompensa final por participar plenamente en las emociones que nos invaden en este período es que la lucha se acaba antes de lo que terminarían si tratáramos de resistirnos a ellas o negarlas.

Considéralo como el proceso inevitable para dar a luz a tu nueva vida a la que tus hormonas, tu cerebro y tu cuerpo ya han dado la bienvenida, aun cuando tú todavía no lo sepas conscientemente.

 

Marta Picó

Terapeuta Psicocorporal especializada en Menopausia

www.mujerymenopausia.es