Todos los profesionales de la imagen y la moda: Estilistas, Personal Shoppers, Asesores de Imagen, etc, buscamos la perfección estética, el equilibrio, conseguir que el cliente emane una sensación u otra al entorno familiar, personal o profesional hasta el punto quizá de ser un poco esclavos de éste resultado.

En los años de experiencia que tengo de estar detrás de un mostrador de tienda de moda he visto a muchas mujeres inquietas por verse mejor con su propia imagen, mujeres con una lucha interior delante del espejo y mi trabajo e inquietud ha hecho que me fijara en ellas para encontrar una solución a este problema desarrollando una metodología para mejorar y reconciliar el aspecto personal con la vida.

Lo más revelador ,fruto de este trabajo, ha sido que la primera que tenía un problema con la imagen era yo, que el hecho de que no me viese bien, movía el deseo de mostrar mi mejor aspecto, y al llegar a este punto en el camino, miro hacia atrás y veo  a todas las mujeres que pasaban por la tienda y con asombro me doy cuenta que solo veía el aspecto de no aceptación de cada mujer cuando en realidad era el mío y ahora veo que a la gran mayoría le importa un bledo lo que vean los otros de ellas y que lo único que pretenden es vestirse para seguir adelante en su ruta diaria.

¡Fantástico¡¡¡ Hay gente que tiene cargos públicos, que son poderosas, grandes profesionales que su imagen no está en sus prioridades e igualmente consiguen sus objetivos. No es difícil encontrar empresarios exitosos vestir con jeans rotos, camisetas arrugadas y pelo estrategicamente despeinado.

Así que resumimos con el refrán que todos conocemos, y que adquiere mucho más sentido:

EL HÁBITO NO HACE AL MONJE.