Cuando estoy por iniciar algún escrito, a la manera de Sócrates y sus discípulos acostumbro gestarlo mientras camino en un bosque cercano, por lo que esta mañana mientras caminaba disfrutando los colores mojados de las campanillas y los eucaliptos sin mucho esfuerzo finalmente asomó la cabeza la idea inicial con la cual deseo compartir contigo mi enfoque del éxito en la madurez…
Recordé que éxito se deriva del verbo latino exire que significa “salir” y de ahí la similitud con el vocablo inglés “exit” que significa salida. El éxito es por tanto esa salida hacia la libertad y el mundo que manifiestan quienes no han aceptado mantenerse enjaulados dentro de los límites impuestos por las tradiciones, los prejuicios o las expectativas limitantes de su comunidad y se han atrevido a salir, ascender o sobresalir en aquello que han elegido como la pasión de su vida.
En la etapa de vida conocida como madurez, quien es verdaderamente exitoso es libre porque ha vencido la tentación de refugiarse en el rincón calientito de la cueva oscura descrita por Platón donde se acurrucan los temerosos de la luz externa que pone a prueba con su luminosidad las ideas erróneas acerca de casi todo conocidas como prejuicios, que se sostienen como dogmas allá dentro, en la oscuridad donde eligen permanecer tantos y tantas por el falso confort que brinda saberse acompañados por las multitudes de ciegos que no soportan la luz de la vida externa pero que sostienen que la vida es mucho mejor allá adentro, donde no se corren riesgos, donde nada cambia y se puede sobrevivir aunque en realidad nunca se viva de verdad. Son muy pocos los que se atreven a buscar la salida pensando que quizás ese enfoque oscuro no sea el único posible, imaginan otros mundos más luminosos, emocionantes y coloridos por lo que vencen sus miedos para ponerse en movimiento hasta encontrar la salida, su salida.
Con este enfoque, la mujer madura exitosa sería aquella que ya ha encontrado la salida que la pone en contacto con una vida más plena, saludable y significativa independientemente del tipo o nivel de labor que realice. Es una mujer que ha encontrado su propia voz y su propio camino que comparte a ratos con aquellos que ella sabe le pueden aportar señales o direcciones hacia la salida o bien aquellos a quienes ella misma puede orientar hacia la dirección correcta. Es la madre que ha formado a personas capaces de encontrar sus propias salidas y es también la trabajadora y profesional que aporta con dedicación y alegría en ese trabajo que ha elegido porque le apasiona, independientemente del valor monetario que la sociedad le asigne. Pero es, sobre todo, esa mujer luminosa y auténtica a quien percibimos tan en paz consigo misma que nos inspira a querer imitarla. Cuando nos topamos con alguna de estas personas exitosas decimos de ella que “es un sol” porque esta metáfora nos evoca la luz interior que ha adquirido en su salida.
El verdadero éxito no es entonces lo que viven aquellas mujeres famosas pero agotadas, agresivas, deprimidas, irritables o amargadas que han sobresalido en cualquier actividad laboral y que a veces nos muestran los medios como ejemplos de éxito. Un rostro amargado, por más cirugías plásticas que se paguen, es el rostro de una mujer atrapada que aún no ha encontrado su propia salida hacia la luz que le permitiría verse con nitidez como ese ser valioso y bello que en realidad es.
Sonrío mientras camino en el bosque esta mañana. A los cincuenta y siete años estoy profundamente enamorada de mi maravillosa vida cotidiana y del hombre a quien tengo por compañero. Puedo elegir los proyectos de trabajo que son congruentes con mis valores y metas. Aprendo cada día de las personas que me confían su salud mental en la consulta y de los amigos viejos y recientes que me acompañan a ratos. Me siento absolutamente dueña de ese territorio invisible del que habla Manuel Vicent y que se llama tiempo, que junto con la salud física y mental son los tesoros que valoro más para seguir caminando acá afuera, a plena luz, mientras siga por este mundo a pesar de que algunas veces me deslumbre o me tropiece. Por todo esto pienso que en mi madurez soy por fortuna muy exitosa y que seguramente tú, maravillosa mujer madura, también lo eres.
Deborah Legorreta
Doctora en Psicología, psicoterapeuta, investigadora, conferenciante y consultora de empresas.
Autora de los libros : “Las tres es de la mujer exitosa.
Eficacia, ética y equilibrio de vida para el nuevo siglo” “La Segunda Adolescencia» bestseller en México y España.
“Los cambios a partir de los cuarenta” y “Vivir Plenamente. Hacia El Equilibrio y la Calidad de Vida” .
Profesora titular de la Asociación Mexicana para el Estudio del Climaterio (AMEC).
Miembro titular de la Sociedad Mexicana de Psicología, de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia A.E.E.M y de la International Menopause Society.
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