Hace unos días asistí a una interesante tertulia con la escritora Rosa Regás, mujer que rompió moldes cuando hacerlo, era muy difícil y problemático para las mujeres.
Una de las preguntas que surgió en la tertulia fue si estamos viviendo un retroceso en la lucha por los derechos de las mujeres.
Reflexioné sobre el tema y llegué a la triste conclusión de que así es.

por Lola Mariné

Muchas mujeres, de las que ahora usamos el abanico, caímos en la trampa de la «superwoman», que en realidad no era otra cosa que trabajar el doble (dentro y fuera de casa), pero en esencia, nada cambió. La mayor presencia de las mujeres en el mundo social y laboral sigue siendo un engaño, un espejismo que pagamos con creces en nuestra vida personal sin que en el fondo se nos respete ni valore más por ello, sin que se nos tome realmente en serio.

Los chicos jóvenes (nuestros hijos) siguen creyéndose los amos, y las chicas (nuestras hijas) siguen pensando que su valor como personas está en su atractivo físico, en conquistar al macho con las artimañas que sean necesarias. Triunfan novelas como «Cincuenta sombras de Grey», en la que el protagonista es un macho rico y poderoso y ella una joven sumisa deslumbrada por el dinero y el lujo.

¿Es ese el sueño de la mujer de hoy? ¿Los valores que queremos transmitir a nuestras hijas? ¿Quién tiene la culpa de que las cosas estén así? ¿Nosotras? ¿Las madres y los padres de estos jóvenes? ¿La sociedad que se empeña en mantener los estereotipos?

Tal vez nosotras, en algún momento, creímos que ya lo habíamos conseguido todo y nos acomodamos. Pero en realidad no logramos mucho: fuimos sexualmente libres, lo que, en última instancia, benefició al macho; conquistamos el mundo laboral, lo que repercutió positivamente en la economía familiar pero no nos descargó de nuestras «obligaciones domésticas» como mujeres que éramos; y encima nos sentíamos culpables porque no atendíamos a nuestra familia y a nuestros hijos «como debíamos». Parece que eso está en nuestros genes y es lo que transmitimos a nuestros hijos e hijas.

Por otra parte, la violencia machista sigue siendo noticia, día sí y día también. Muchos hombres siguen sin aceptar que la mujer es su igual y tiene capacidad de decisión; la fuerza bruta la tienen ellos y la utilizan cuando no les quedan argumentos.

Y estoy hablando solamente del primer mundo, donde las mujeres somos «unas privilegiadas». Pero hay otros mundos en los que las mujeres son violadas impunemente, asesinadas por querer estudiar, las niñas casadas y vendidas contra su voluntad, y en algunos países tienen prohibido incluso conducir un automóvil…

¿De verdad hemos avanzado? En algún momento quizás fuera así, pero ¡ojo! que nos hemos dormido en los laureles y estamos volviendo atrás.

La generación del abanico es poderosa; tiene la experiencia y la fuerza para dar un toque de atención. No nos limitemos solo a abanicarnos, todavía nos queda mucho por hacer.

LOLA MARINELola Mariné.
Escritora
libros publicados : Gatos por los tejados, Nunca fuímos a Katmandú, Habana Jazz Club.

http://gatosporlostejados.blogspot.com.es/