¿Tienes antojos a menudo? ¿No puedes evitar picar algo entre horas? ¿Te levantas por la noche hambrienta y vas directa a la cocina?

Sí, has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas, es probable que desconozcas la relación que existe entre la alimentación y las emociones, así que te invitamos a conocer un poco más cómo nos afectan los alimentos para que puedas escucharte a ti misma y consigas, en consecuencia, tu equilibrio interior.

 
Normalmente comemos porque tenemos hambre, pero ¿qué pasa cuando devoramos sin ningún motivo aparente chocolate, helado, dulces, patatas fritas u otros snacks? Quizás nos hayan servido para apagar una pena, o para hacernos olvidar una frustración, pero  solo momentáneamente. Y es que, sin saberlo, puede que estemos comiendo  estos alimentos con el fin de satisfacer algunos vacíos que en realidad no son físicos sino mentales.
 
Muchas veces tenemos estrés o nos sentimos mal anímicamente y en vez de arreglar estos problemas de la forma correcta, tratamos de solucionarlos comiendo algo que pensamos que nos va a dar placer o bienestar. Pero solo es una sensación pasajera que desaparece en seguida. Saborear un poco de chocolate puede parecer agradable, sin embargo esto puede llegar a ser un problema si a la larga aparece la necesidad de hacerlo diariamente, como si de una adicción se tratara.
 
En estos casos deberíamos de aprender a escucharnos a nosotr@s mism@s, y conocer cuál es la verdadera fuente del problema ya que podría no ser mental sino  físico cuando, por ejemplo, optamos por no desayunar o tomar simplemente un café para no engordar.
 
También, a veces, comemos inadecuadamente, de manera que lo que conseguimos entonces es que nuestras demandas energéticas no queden satisfechas y nuestro cuerpo nos pida azúcar a lo largo del día. Esto hará que no podamos parar de picar entre horas, sobretodo dulces, ya que nos faltará glucosa.
 
Otro error que cometemos, es alimentarnos de forma inadecuada sin darnos cuenta que esto nos ocasiona un déficit de nutrientes importante. Y es que mucha gente quita importancia a la alimentación y pone por encima a otras prioridades, poniendo como excusa la falta de tiempo o lo caro que resulta cocinar cada día en casa.
 
Esto implica que recurramos a los alimentos precocinados y al fast food, mientras que dejamos de lado a los alimentos frescos y naturales, que son los que realmente nos nutren con sus enzimas, minerales y vitaminas. Y es que, si solo comemos alimentos muertos, sin vida, ¿cómo van a nutrirnos? ¿Cómo vamos a obtener la  energía que necesitamos?
 
Hay que tener en cuenta, también, que todos los pensamientos que tengamos durante el día y todas nuestras acciones y emociones pueden condicionar aquello que comemos y, en este caso, pueden beneficiarnos o perjudicarnos. Muchas veces solo escuchamos a nuestro yo físico que nos pide comida, y sin embargo no escuchamos a nuestro yo interior, que nos dice qué necesitamos realmente, qué problemas tenemos o qué hemos de cambiar para mejorar, para sentirnos mejor o, en definitiva, para ser felices.
 
Por eso os recomendamos, sobre todo si habéis contestado afirmativamente a alguna de las preguntas iniciales, que sigáis la máxima hay que comer para vivir,  no vivir para comer. Solo así, y si no intoxicáis vuestro organismo con productos procesados, artificiales, con colorantes, aditivos y llenos de azúcares refinados, seréis más felices y ya no hará falta que busquéis estos placeres momentáneos que a la larga os pueden dañar, produciendo colesterol, diabetes, hipertensión, obesidad o enfermedades cardiovasculares. 
 
Y, sobre todo, recordad la necesidad de comer adecuadamente alimentos que os proporcionen la suficiente energía que vais a necesitar a lo largo del día según la actividad que desarrolléis. Un consejo es que cocinéis en casa y consumáis alimentos variados y ricos en energía para conseguir todos los minerales, vitaminas, proteínas y  grasas que necesitéis. Si no recibís la suficiente energia, vais a sentiros cansad@s, apagad@s y de mal humor, de manera que os pasaréis el día abriendo la nevera.
 
En nuestro plato no pueden faltar:
1. Cereales integrales
2. Proteínas (legumbres, tofu, pescado…)
3. Algas
4. Verduras de raíz
5. Verduras verdes
6. Frutas
7. Semillas y frutos secos
 
Debemos aprovechar todos los factores que influyen en nuestra salud, como el descanso y el ejercicio físico (basta con caminar media hora diaria), que junto con una buena alimentación nos van a proporcionar el equilibrio físico, emocional y mental que necesitamos para sentirnos mejor.
 
 Y es que, cuando hacemos un viaje en coche, ¿no comprobamos primero que haya suficiente combustible, revisamos las ruedas, controlamos el nivel de aceite y nos aseguramos que todo funcione correctamente? Pues lo mismo hemos  de  hacer  con nuestro cuerpo, ya que si no lo alimentamos como es debido, quizás nos quedemos a mitad del camino sin llegar a nuestro destino final.