“No hay buen viento para el que no sabe adónde va…”. Esta frase anónima es interesante cuando estamos hablando de cambio. Muchas veces me causa gracia cuando alguien dice: “Quiero enamorarme, quiero ser famoso, quiero cambiar mi vida”. Uno no decide enamorarse, a lo sumo sale de la hibernación en la que está hace tiempo, frecuenta lugares donde hay gente, se torna más abierto, quizás se arregla más, establece contacto con quien parezca interesante y se juega a lo que pueda suceder.
Lo mismo sucede con los que quieren ser famosos…
Y con los que quieren cambiar su estilo de vida, ¡también!
Queda claro que ser famoso o enamorarse no son metas en sí mismas. No se alcanzan a la vuelta de la esquina ni se compran envasadas.
Uds. dirán, ¿por qué no? Porque para poder chequear cómo nos va cuando tenemos un objetivo que implica tiempo, cambio, esfuerzo o un proceso prolongado, necesitamos transformarlo en múltiples pequeños, posibles y tangibles elementos -objetivos- que podamos decidir y controlar.
Por eso, cuando nos proponemos el objetivo de alimentación y actividad física para esta semana, deberemos elegir uno que no sea: “Voy a bajar peso”. Es necesario que sea pequeño, posible y tangible; de esa forma podremos verificar si pudimos lograrlo, y si así no fuera, corregiremos los detalles para tener más éxito la siguiente semana. Así, con tiempo y objetivos pequeños, posibles y tangibles, tendremos ese peso cómodo y saludable que estamos intentando alcanzar hace años.
¿Dónde estás, motivación, que te ando buscando?
Pero, para lograrlo, debemos sentirnos motivados. Se preguntarán qué es la motivación… En pocas palabras, es un motor con una dirección conscientemente establecida.
Para perder peso se necesita hacer y sostener cambios en la relación con la comida, la actividad física y el manejo de las emociones. Pero el problema que suele aparecer es: ¿cómo hacemos para seguir motivados?
Antes que nada, es importante entender que las motivaciones siempre están ancladas en nuestras necesidades, que son muchas y distintas. Es que básicamente, las personas tenemos necesidades agrupables en cinco tipos.
Están las básicas: alimento, vivienda, salud y vestimenta.
Luego está la necesidad de seguridad. Le siguen las que se relacionan con el afecto, el amor y el sentido de pertenencia.
Pero, además, poseemos aquellas referidas a la autovaloración, la valoración de otros sobre nosotros mismos y el reconocimiento de los otros. Y, finalmente, el último nivel de necesidades humanas está representado por la autorrealización: ser eso para lo cual uno cree haber nacido.
En general, para poder ir avanzando en el nivel de necesidades debemos satisfacer algo más que las más básicas.
Lo fundamental es, entonces, tener claro qué necesitamos primero. Eso será la base de la motivación. Una vez satisfecha esa necesidad, seguir necesitando algo para seguir estando motivados.
Sería bueno, entonces, que cada uno de nosotros nos preguntemos: ¿dónde está ubicada para mí la necesidad de un cuerpo cómodo y sano?
Monica Katz
Médica Especialista en Nutrición (UBA)
Directora de la Carrera de Especialista en Nutrición con Orientación en Obesidad y del Posgrado en Nutrición de la Universidad Favaloro.
Dirige el Centro Dra. Katz
Autora de No Dieta, Somos lo que comemos y coautora de Comer.
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