¿Qué significa ser mujer en un mundo de hombres para aquellas de nosotras que no queremos quedarnos en casa y “volvernos como nuestras madres”ni luchar agresivamente y “volvernos como los hombres”? ¿Qué ritos de paso nos permitirán imaginar y personificar un tipo de feminidad elegido conscientemente y que contenga los logros de nuestra independencia arduamente obtenida?

 

Estas son algunas preguntas que nos plantea la psicoanalista junguiana Connie Zweig, creadora del libro Ser Mujer, en el que nos propone un camino: lo “Femenino Consciente”, nuevo arquetipo al que podemos acceder a través de nuestro trabajo interior.

Un ejemplo es explorar nuestras heridas en la relación madre-hija, ya que ella es o fue la fuente y modelo de cómo ser mujer. Y nos propone aprender a ser nuestras propias madres, despertando en nosotras, como mujeres adultas, esas cualidades maternas que quizás anhelamos.

Además necesitamos explorar las raíces de nuestras heridas padre-hijas, ya que se enlazan con nuestro padre, otros hombres, la cultura patriarcal en la que vivimos y el principio interior masculino ( animus).

Para crear una feminidad propia, es necesario que revisemos la relación con nuestros padres, vivos o muertos y ser conscientes de nuestras identificaciones, como de nuestros rechazos hacia ellos, para poder liberarnos.

Al hacer este trabajo interior, dejaremos de proyectar en los hombres nuestro masculino interno, dejaremos de repetir patrones en las parejas, así como de sobrevalorar al otro o decepcionarnos y sentirnos traicionadas.

La misma tarea le corresponde a los hombres para acercarse a los masculino consciente, asumir su femenino interno (anima) y así dejar de buscar a la mujer ideal fuera.

Hoy muchas mujeres nos encontramos en estas transiciones psicológicas, entre los mandatos tradicionales de lo femenino, el encuentro con lo masculino y la búsqueda de una nueva feminidad.

Otra vía para acercarnos a lo Femenino consciente, además de nuestra historia personal, es reafirmar el “poder femenino” en relación a lo divino, explorando el ámbito mitológico, despertando lo femenino divino. En nuestra cultura, el rostro de Dios es masculino, externo a nosotras, unidimensional, lo contrario a una divinidad masculina/femenina en la que nos abrazamos mutuamente. Esto ha hecho que lo que anteriormente era apreciado en la experiencia femenina( la sexualidad, la menstruación, el ser madre, la menopausia, el envejecer…), haya perdido su autoridad sagrada. El resurgir en muchas mujeres del arquetipo de la Diosa, como manera de conectar con lo sagrado Femenino, nos proporciona afirmación en nuestros cuerpo, mentes, corazones, poderes y hermandad. Tenemos hambre de imágenes femeninas nutritivas, ricas, poderosas, sacras. Tenemos hambre del amor que las mujeres recibimos de la madre, la hermana, la hija, la amante, la amiga. Anhelamos imágenes que muestren lo Femenino como una energía creativa, valerosa, leal, tenaz, flexible, intuitiva, pasional.

Marion Woodman señala la necesidad como humanidad de conectar con el arquetipo de la madre consciente “porque el poder que dirige al patriarcado, el poder que está violando la tierra, el impulso de poder que hay tras las adicciones, ha de ser transformado. Ha de haber un contrapeso a todo este frenesí, aniquilación, ambición, competición y materialismo”.

Como respuesta: trabajar a favor del equilibrio Femenino/Masculino en nuestro interior. Creo firmemente que el Huevo de Obsidiana es otra herramienta para viajar a nuestro interior y tener claridad en los temas relacionados con lo Masculino/ Femenino en nuestras vidas y sanar las heridas que necesiten ser sanadas. Para darle su lugar y honrar lo Femenino sagrado y para hacer alquimia espiritual y encontrar el misterio del Otro en la unión sagrada.

 

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Marta Gónzalez

marta@mariposadeobsidiana.com

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