PORTALES DE INICIACIÓN Son cinco los umbrales o puertas que marcan los ciclos vitales en la vida de una mujer y en todos ellos la sangre se presenta de distintas maneras. PRIMERA PUERTA; EL BAUTIZO DE SANGRE Venimos al mundo bañadas y bañados en sangre, ese envoltorio del rojizo líquido vital nos hermana con el resto de los mamíferos; nos une para siempre a la cadena genética de los nuestros en particular y de la familia humana en general. En nosotras las mujeres la presencia o ausencia del ciclo del sangrado marca y anuncia nuestra conexión con lo femenino arquetípico. LA SEGUNDA PUERTA: EL PRIMER SANGRADO o LA ENTRADA AL CICLO DE LA LUNA. En algún momento de la pubertad somos visitadas por vez primera por un sangrado que marcará el inicio del camino como mujeres. La Menarca o primera luna nos abre el portal de lo sagrado femenino y también marca el final del tiempo como Kore, nuestro despreocupado e infantil arquetipo como niñas. Según cómo hallamos vivido este arquetipo así será las particularidades de nuestra niña interior, nuestra doncella eterna. La menarca es el paso “de niña a mujer” , a partir de allí estamos ligadas a los ciclos de la tierra por aproximadamente treinta o cuarenta años. Arquetípicamente durante ese período nuestro cuerpo albergará el potencial de la fecundación, la gestación y la creación y esto nos constelará un universo de tantos cambios como también vive la luna a lo largo de cada mes. Este portal inicia nuestra sincronización con la luna. El ciclo menstrual es cíclico y tiene cada mes el recorrido del astro lunar, sus cuatro fases nos hacen vivir y pasar por cuatro arquetipos siendo cada uno de ellos muy distinto al otro y entre todos completan el ciclo de la fertilidad lunar. En este matemático calidoscopio hormonal vamos cambiando de esencia arquetípica y a pesar de los incontables mecanismos que el patriarcado ha puesto en marcha para aplanarlo, encarnamos durante todo nuestro ciclo menstrual a la eterna doncella, la valiente guerrera, la madre abnegada y la implacable chamana. Esto ocurre cada mes de cada año que estemos al servicio de la fertilidad biológica. Esto sustenta, en alguna medida, nuestra fama y nuestra sensación de ser inconstantes, cambiantes, volubles. En verdad lo que debemos saber y conocer es que somos CICLICAS, como la vida misma. LA TERCERA PUERTA: EL RASGADO DEL VELO QUE NOS INICIA AL PODER Y AL MISTERIO DE LA SEXUALIDAD. El mito cuenta que mientras Perséfone despreocupada y grácilmente cogía narcisos en el prado acompañada de otras núbiles y bajo la vigilante mirada de su madre, Hades el señor del inframundo la rapta y la convierte en su esposa. Con este rito de paso deja de ser solamente la niña-hija de la madre y se hace compañera de un hombre, iniciándose así a la sexualidad activa. El mito de Demeter y Perséfone es el mito que se representaba en los rituales de iniciación femenina en el Eleusis. Además de la Grecia antigua, en muchas otras culturas tradicionales este rito de paso es celebrado de distintas maneras y todas tienen como fin darle la bienvenida a la mujer y despedir a la núbil. En su mayoría estas ceremonias son regidas únicamente por mujeres (a su vez ya iniciadas) y contempla la trasmisión de los misterios y los secretos de hacerse mujer. Los restos de estas ceremonias aun están presentes en nuestro ritual de casamiento LA CUARTA PUERTA: EL PORTAL DE LA MATERNIDAD o LA ENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU FEMENINO ENLA TIERRA. La cuarta puerta de entrada a los misterios femeninos de la sangre es el alumbramiento. Esta puerta nos inicia en el arquetipo de la Madre; nutricia, creadora, la que protege y sustenta la vida y transforma la muerte. A un nivel arquetípico en esta iniciación conectamos con la Madre Tierra, con la Pachamama. Es aquella; la que da vida y la renueva transformándola a partir de la muerte, en este sentido somos las guardianas de todo lo que vive, porque en lo profundo arquetípico todas somos una Madre Tierra o una Tierra Madre, el terreno fértil para que la vida se geste, fecunde y dé a luz. A un nivel más personal, este arquetipo nos conecta con el de todas las madres y en especial con la propia. Con esta puerta iniciamos el camino de evolución espiritual a través de la compresión y experimentación del amor incondicional. Los hijos son nuestro mejores maestros en el arte del servicio a los demás. Para aquellas mujeres que no han dado a luz o no tienen hijos, esta energía, que nos pertenece a todas, se canaliza en toda aquella obra y acción en la que el propósito esté más allá de ella misma, esto se puede conseguir alimentando el trabajo desinteresado hacia la comunidad en cualquiera de sus expresiones. LA QUINTA PUERTA: LA MENOPAUSIA En esta puerta cesa el sangrado de nuestro ciclo menstrual y cierra el tiempo de nuestra fertilidad biológica. Este quinto portal es el camino de vuelta a una misma. Dejado atrás los años de crianza, de trabajo con altas exigencias hacia fuera, todas nuestras hormonas acompañadas de nuestra biología nos llevarán a emprender el camino hacia la auténtica libertad; aquella que ofrece la posibilidad de elegir lo que tu cuerpo, tu alma y tu espíritu te pidan. Es la oportunidad que tenemos las mujeres de la familia humana, distinto al resto de las mamíferas (que tienen el celo hasta que mueren), para completar el arco de nuestra vida y sobre todo de los mandatos y contratos de nuestra alma. Es el tiempo de hacer las paces con los otros y con una misma. Muchas veces esto supone el quiebre, la ruptura y el fin con muchas de las cosas de nuestras etapas anteriores. La buena noticia es que todo eso será necesario para entrar en comunión pacífica y plena con nosotras mismas. Este quinto umbral es la preparación de la sexta y última puerta de este plano: la puerta que nos lleva a la Eternidad; hacia el reino de todos los tiempos. Dicen algunas tradiciones arcaicas y herméticas que cuando entramos en la Eternidad se acaba el sueño (la ilusión) de nuestro paso por la Tierra. No lo sabemos, lo que sí sabemos es que nosotras albergamos en nuestro interior los ciclos de Vida/Muerte/Vida de este plano y en ellos está guardado todo el potencial y el misterio de la Vida. Hortensia Carrer Psicoterapeuta y analista jungiana.
[…] Es vital rescatar de la memoria en cada una de nosotras el arquetipo de las sacerdotisas del amor sexual, con ello le recordamos a nuestros cuerpos que el acto de amar eróticamente a otro también amándote a ti misma es uno de los rituales sagrados que desde tiempos inmemoriales ha formado parte de los misterios femeninos. […]