Meno_precoz

Por falla ovárica prematura se conoce a la pérdida anticipada de la fertilidad, que afecta al 5% de las mujeres de 12 a 40 años. Reconocer los síntomas previos resulta clave para consultar a tiempo para recurrir a un tratamiento de fertilización o criopreservar óvulos. Fuente : Saludable

Si bien las alteraciones reproductivas marcan un hito en la vida de pareja y en la biografía de cada uno de los que las padecen, es sabido que en muchos casos, el diagnóstico inicial se transforma en un recorrido singular para la búsqueda de un hijo; un camino que aporta una cuota extra de felicidad y fortaleza.

Pero la ausencia del ciclo menstrual antes de los 40 años -una de las causas que afecta al entre el 3 y 5% de la población femenina de entre 12 y 40 años- alcanza un impacto doble: la imposibilidad de concebir naturalmente y la reflexión sobre la edad y el paso del tiempo.

Definida como menopausia precoz, la falla ovárica prematura genera los síntomas climatéricos conocidos, como la presencia de sofocos, calores, irritabilidad, sudoración e insomnio, entre otros. El diagnóstico “no sólo se confirma con la ausencia de la menstruación o amenorrea, es necesario hacer un estudio hormonal para controlar los valores de la FSH, la hormona folículo estimulante, liberada por la hipófisis y responsable de la estimulación de los ovarios”, explicó Gabriel Fiszbajn, especialista en reproducción y jefe de Medicina Reproductiva del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGyR).

Sencillamente los ovarios dejan de funcionar, lo que genera sorpresa y crisis. “La menopausia precoz impacta en la identidad, en la construcción de lo femenino, en la necesidad de hacer un camino para redefinirse como mujer teniendo en cuenta  todos los aspectos del ser humano”, reflexionó Darío Fernández, psicólogo, especializado en temas reproductivos.

Sin embargo, la sorpresa es una de las variables que, en ciertos casos, puede controlarse. Es necesario que las mujeres conozcan la edad en la que sus madres llegaron a la menopausia porque en muchos casos, está en relación con la edad en la que a ellas se les retirará el ciclo. Esta es una de las mejores formas de planificar su etapa fértil, es un dato con el que cuentan en forma anticipada”, indicó Fiszbajn.

Igualmente, puntualizó que “si bien el antecedente materno es un indicador importante, no puede afirmarse que sea un trastorno hereditario ya que en la inmensa mayoría de los casos se desconocen las causas”.

Otra de las alternativas para enfrentar el problema es tomar en cuenta los síntomas previos, es decir, registrar la irregularidad en el período o el desarrollo de ciclos más cortos como algo disfuncional y no perder tiempo en la consulta a un especialista, ya que en esa etapa todavía es posible lograr el embarazo en forma natural, o con tratamientos reproductivos, como inseminación artificial, fertilización in vitro o incluso, extraer óvulos propios para criopreservarlos en caso de que esas mujeres no tengan pareja aún.

Lamentablemente, “lo que sucede con frecuencia es que las mujeres recurren al especialista a una edad en la que sus óvulos ya no son tan fértiles; no es lo mismo buscar un embarazo o congelar óvulos en una mujer de menos de 30 años, que de una de 40 o más edad”, puntualizó el especialista.

En este sentido, la tendencia actual de la postergación de la maternidad sumada a los síntomas premenopáusicos no resulta una combinación exitosa.

“Antes, si una mujer dejaba de menstruar a los 35 años no tenía tanta importancia desde el punto de vista reproductivo porque ya tenía hijos. Ahora, que se posterga la maternidad, cuando consultan por falla ovárica después de los 30 ya es más difícil que esa mujer tenga óvulos de buena calidad capaces de lograr un embarazo y si bien es tarea del especialista intentar con distintos métodos de fertilidad tratando de utilizar sus propios óvulos, muchas veces,  se debe recurrir a la utilización de óvulos donados”, concluyó.