Desde hace muchos años la terapia hormonal sustitutiva (THS), es decir, el uso de hormonas femeninas para mitigar los síntomas de la menopausia, está en tela e juicio por los posibles efectos secundarios, entre ellos cáncer de mama o accidentes vasculares.

Para entender bien este problema tenemos que remontarnos a un famoso estudio llamado WHI que hablaba de estos efectos secundarios y poco más que decía que era una barbaridad el uso de estas terapias. Con el tiempo los mismos autores del estudio rectificaron sus conclusiones, ya que entre otras cuestiones, se vio que la edad media de las pacientes edad media de las participantes era de 63 años, muy lejos de la edad en la que idealmente se debe prescribir la THS, que es en torno a los 50-54 años, rango en el que se encontraban solamente el 3,5% de las pacientes en dicho estudio.

En cuanto al cáncer de mama se vio que la THS podría ser la responsable de la aparición de 4 cáncer de mama por cada 1000 tratamientos, pero si nos fijábamos en las pacientes que usaban por primera vez THS no se detectó un aumento en el riesgo de presentar cáncer de mama tras 5.2 años de seguimiento.

Todo ello hizo que se plantearan cuestiones tan importantes como cuándo se debe iniciar la THS y cuánto tiempo debe durar. Aunque este riesgo es bajo tenemos que tener en cuenta que factores tan comunes como la obesidad pueden suponer un aumento del 20 al 40% de riesgo de padecer cáncer de mama, respecto a mujeres con un peso normal.

En cuanto al inicio del tratamiento, éste debe ser durante el primer año de inicio de los síntomas. Es más, el inicio durante este primer año puede incluso condicionar una disminución de los eventos cardiovasculares, lo que en un futuro puede suponer una auténtica “ventana de oportunidad” que podría evitar muertes por esta causa…

En cuanto a la duración de la terapia, es un tema que sigue hoy en discusión, estando aceptado que lo ideal son 5 años, si bien es verdad que se puede individualizar y proseguir más allá, especialmente en los casos en los que se inicia el tratamiento en el primer año de menopausia.

Si nos centramos en el tema de enfermedades tromboembólicas, parece que es especialmente importante la vía por la que se administra la THS. Existen estudios que demuestran que no hay un amento del riesgo cuando se administra por vía transdermica (parches, cremas o spray).

No obstante no todas las pacientes pueden ser candidatas a estos tratamientos. Pacientes con otros factores de riesgo cardiovascular como tabaquismo o hipercolesterolemia tiene ya un riesgo basal elevado para sufrir eventos cardiovasculares y pacientes con antecedentes personales de cáncer de mama también tienen riesgo de recidiva al administrar una THS.

Para terminar de liar el tema, no todas las terapias hormonales son iguales, ya que  cada paciente presenta una sintomatología distinta. No es igual la paciente que presenta sofocaciones intensas que podría precisar de un tratamiento con THS por vía oral/transdérmica, que la que pudiera necesitar un tratamiento local con estrógenos/andrógenos a nivel local por sequedad vaginal, que no elevan los niveles de estrógenos en sangre y se limitan a un efecto local.

En conclusión, si tu médico especialista en menopausia  considera que  en tu caso  necesitas THS, confía en que los beneficios van a superar los riesgos,  y no por ello tienes que  dejar de lado tratamientos no hormonales que han demostrado ser eficaces y una opción válida, aunque menos eficaz, para la sintomatología severa de la menopausia.

 

Dr Ignacio Brunel

Licenciado en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid

Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Quiron Salud de Málaga