En una cena de compromiso de un lunes cualquiera, conocí a dos mujeres maravillosas; de esas que me hacen pensar que así quiero ser de grande. Ambas tienen más de setenta años de edad y una vitalidad que ya quisiera cualquiera de cuarenta o menos.
La primera era la anfitriona, mujer delgada, energética, extraordinaria cocinera y de una calidez envolvente que hizo que en pocos minutos todos los invitados nos sintiéramos en casa.
La segunda, mujer elegante y con una belleza serena que le sale desde muy adentro. Las dos han sido amigas desde hace más de cincuenta años y por tanto han compartido casi toda la vida.
A lo largo de la velada, estas dos mujeres nos deleitaron con sus anécdotas divertidas acerca de lo que han vivido en todas esas etapas desde cuando como mujeres jóvenes fueron de las primeras en ascender las cumbres nevadas del país o bien, de las pioneras en la organización de grupos de apoyo a mujeres de zonas marginadas. También contaron cuando la caldera del club deportivo al que asistían explotó y salieron corriendo «como dios las trajo al mundo» hasta una de las avenidas principales de su ciudad y sus risas al narrar las distintas reacciones de ellas mismas y sus amigas ante su desnudez eran tan frescas como imagino serían cuando tenían veintitantos años.
Hacia los postres nos enteramos de que una de ellas padece un cancer muy agresivo desde hace varios meses pero sigue disfrutando cada día con la misma intensidad de siempre mientras lucha contra la enfermedad. Nos lo confió con la misma sonrisa dulce con la cual contó tantas historias alegres. Su amiga la miró con una sonrisa triste, pero le tomó la mano y le dijo «estás regia, como siempre».
La plática entonces tomó otro giro, la amiga enferma comenzó a hablar de la importancia de soltar en especial en esta fase de su vida, de fluir con la vida y terminó diciendo que ahora, más que nunca, se alegraba de haber aprendido mucho tiempo atrás a no aferrarse a nada y a nadie, de haber aprendido a cerrar círculos. Según esta maravillosa mujer y su amiga, el secreto de su bienestar se encontraba en que el pasado era para ellas solo una fuente deliciosa de historias, tan amargas como el maravilloso café express o tan dulces como las islas flotantes que en ese momento comíamos golosas y sin remordimientos.
¿Porqué cerrar círculos?
Una de las causas más frecuentes de consulta psicológica, psiquiátrica o médica es la incapacidad para dejar atrás hábitos de pensamiento, conducta o sentimiento que nos hacen daño. Esa relación enfermiza y destructiva, sea de pareja, familiar o de amistad; esa adicción incontrolable; ese trabajo de estrés excesivo o donde no se realiza algo que consideremos importante; esa casa, colonia o ciudad donde vivimos sin seguridad, con ruido excesivo o conflictos vecinales constantes. Dejamos abierta la puerta a una reconciliación en una fecha sin fijar; disminuímos los cigarrillos a solo dos, o tres al día; ya solo bebemos los fines de semana unas cuantas copas y regresamos a esas reuniones con los amigos de antaño que en realidad ya no nos caen bien ni nos aportan nada nuevo ¿Porqué nos aferramos tanto a alguna o varias de estas situaciones si sabemos que nos dañan? La respuesta reside en nuestra tendencia a permanecer en aquello que nos resulta ya conocido, aunque haga honor al dicho de «más vale malo por conocido, que bueno por conocer» Nos resistimos a poner punto final a cualquiera de estas situaciones porque pensamos que son indispensables para nuestra vida cuando en realidad son peso muerto que nos detienen o estorban para seguir avanzando sanamente. Pero esta resistencia a dejar ir lo pasado ya conocido interfiere en nuestra capacidad para integrar lo nuevo y seguir avanzando, hasta en aquellos casos cuando lo anterior no sea tan dañino; basta con que sea ese hábito, espacio o relación que funcionaba en una etapa vital previa, pero que ya no corresponde a la actual. Cerrar círculos significa liberar la energía y el espacio para lo nuevo, como lo simboliza desde hace muchos siglos el círculo del oroburo, esa serpiente que muerde su propia cola para dejar la antigua piel y renacer a una nueva fase de vida.
¿Cómo cerrar circulos?
Para tener el valor de cerrar círculos, es indispensable desarrollar una mirada tipo «tortícolis» esto es: que solo puedas mirar hacia el frente de tu vida sin mirar atrás o dudar viendo hacia los lados. ¿Hacía dónde quieres ir en tu vida? ¿qué necesitas para avanzar en ese sentido? ¿qué deberías tirar como lastre para ir más ligera? Mira hacia delante y comenzarás a detenerte sólo en cada vuelta donde debas cerrar el siguiente círculo.
¿Círculos o espirales?
Los antiguos creían que la energía física y espiritual fluía en forma de espiral y tanto la física como la biología actuales se han encargado de confirmar esta sabiduría ancestral. No creo que sea casualidad el hecho de que al atravernos a cerrar círculos nos encontremos con que, lejos de haber perdido algo valioso, sentimos que nuestra energía vital es mayor. «Me quité un gran peso de encima», «estoy más ligera que nunca» decimos mientras avanzamos una vuelta ascendente más en la gran espiral de la vida hacia esa cima, desde donde podemos ver todas las curvas pasadas como esas anécdotas dulces que acompañan el café de una noche de lunes cualquiera.
Deborah Legorreta
Doctora en Psicología. Miembro de la International Menopause Society desde el 2001, de la Asociación Española para el estudio de la Menopausia y de la Asociación Mexicana para el estudio del Climaterio, donde ha sido miembro de la Mesa Directiva y Coordinadora general de la comisión de Investigación.
Ha escrito numerosos artículos especializados acerca de equilibrio de vida, éxito integral, psicología de la salud y psicología de la mujer en diversas publicaciones tanto nacionales como internacionales.
Es conferencista invitada en foros internacionales y nacionales, así como invitada frecuente como especialista en los medios masivos de México, Estados Unidos, Canadá y España.
Es autora de los libros: “Las tres Es de la mujer exitosa. Eficacia, ética y equilibrio de vida para el nuevo siglo” “Vivir Plenamente. Hacia El Equilibrio y la Calidad de Vida” y «Adóptate». Su libro “La Segunda Adolescencia. Los cambios a partir de los cuarenta” ha sido bestseller en México, Latinoamérica y España.
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