A todas nos ha pasado alguna vez en la vida, intentamos dormir y no podemos, y ya sabemos lo que pasa al día siguiente… Cansancio, falta de concentración… este artículo nos habla de la importancia de dormir.

Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/trastorno-sueno/?id_externo_rsoc=TW_CC

Pasamos una tercera parte de nuestras vidas en la cama (o debería ser así si hiciéramos caso a los médicos), pero no existe una explicación científica universal que responda a la pregunta de por qué dormimos. Todos los seres vivos lo hacen, de una forma u otra, y si dejásemos de hacerlo moriríamos. Sin embargo, las certezas se acaban más o menos ahí. Se sabe que dormir tiene que ver con el descanso, pero sobre todo con la fijación de los recuerdos y de las emociones, aunque las lagunas resultan enormes tal vez por lo recientes que son estos estudios —la fase REM, el descanso profundo durante el que soñamos y movemos los ojos, no se descubrió hasta 1953—. Los investigadores tratan de comprender ahora por qué las matriarcas elefantas africanas son capaces de dormir tan poco —unas dos horas—, asunto en el que está trabajando la sudafricana Universidad del Witwatersrand, o por qué una especie de lagarto argentino (Tupinambis merianae) mantiene tanta actividad cerebral durante el sueño, un tema del que se ocupa un equipo de la Universidad de Lyon, uno de los mejores de Europa. No son investigaciones baladíes. Conocer los recovecos que se esconden detrás de este fenómeno es esencial, un problema de profundas repercusiones médicas, sociales y económicas.

Los libros con consejos para dormir se multiplican y cada vez más hospitales abren unidades interdisci­plinares del sueño. España es además el país de la UE donde ha crecido más el consumo de ansiolíticos y somníferos, un 57% entre 2000 y 2012, según un ­estudio de la OCU publicado hace un año. Tomamos cuatro veces más pastillas para dormir que en Ale­mania: 89 de cada 1.000 habitantes los consumen a diario. El gasto en este tipo de medicamentos fue de 750 millones en 2010.

“Los problemas crónicos relacionados con el sueño afectan a un 30% de la población”

“Dormir mal puede afectar al descanso, la relajación muscular, el crecimiento y restauración celular y de los órganos vitales, el sistema inmunológico, la restauración cerebral, el aspecto físico, el estado emocional y anímico, la personalidad y, por supuesto, el estado de alerta”, señala Reyes Haro, director del Instituto Mexicano de Medicina Integral de Sueño. Rosa Peraita, responsable de la unidad del sueño del hospital Gregorio Marañón de Madrid y una de las pioneras de estas investigaciones en España —fundó la primera unidad especializada en 1972—, señala que “la importancia de estos trastornos es un área de la patología humana con fuertes implicaciones de salud pública”. En su pequeño despacho, a pocos metros de donde Diego, un niño de seis años, duerme una plácida siesta con la cabeza llena de electrodos para medir su ciclo de sueño, prosigue: “Dormimos menos que a principios del siglo XX debido a la luz eléctrica, al trabajo en las fábricas a turnos, la televisión y, ahora, a la multiplicación de pantallas”. “Nuestros abuelos dormían una hora y media más que nosotros”, señala por su parte el doctor Juan José Ortega, vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES) y director de unidad de esta especialidad en el Hospital General de Castellón. “Actualmente la media en España está en 7,1 horas, mientras que la generación de nuestros abuelos dormía unas 8,1 horas”.

Los problemas crónicos relacionados con el sueño afectan a un 30% de la población, aunque es un dato difícil de establecer”, explica Joaquín Terán, presidente de la SES y director de la unidad del sueño en el complejo asistencial de Burgos. La mayoría tienen que ver con el insomnio, pero también con la apnea, ese momento en el que, en medio de una tormenta de ronquidos, se deja de respirar durante unos segundos. ”

“El déficit de sueño no es una enfermedad, es un ­hábito de vida. El insomnio sí es una enfermedad”, ­explica González Mangado. También asegura que no todas las patologías tienen cura, pero sí tratamiento que ­permite controlarlas, por ejemplo con máquinas que ayudan a respirar en los casos de apnea. Aunque, a veces, estas enfermedades ocultan problemas mucho más profundos y difíciles de arreglar. “Un entorno laboral poco amigable puede perjudicar mucho”, explica el médico. “Se habla de la conciliación familiar y muy poco de la conciliación personal. Basta con ver los ­horarios del prime time en la televisión española: en ­España se duerme menos que en el resto de Europa. Nos levantamos a la hora de los europeos, pero luego nos acostamos mucho más tarde”.