Unas 2.000 mujeres acuden al año al Hospital Reina Sofía por problemas graves causados por la menopausia. Sofocos, insomnio, malestar, cierto estado depresivo, el síndrome del nido vacío o, lo que es peor, osteoporosis y enfermedad del suelo pélvico son los problemas a los que se enfrenta buena parte de ellas cuando llega el climaterio (periodo anterior y posterior a la menopausia, que es la fecha del último periodo en la vida de una mujer).

El problema más conocido es el sofoco, «es el más evidente y el que menos le gusta a la mujer porque parece como si descubrieran parte de su intimidad», sin embargo, no es el más grave, indica José Villero, responsable de la Unidad de Menopausia y Suelo Pélvico del Reina Sofía. Luego aparece la atrofia vaginal y dispareunia (dolor al mantener relaciones sexuales). Los factores más serios y que se manifiestan más tarde son la pérdida de masa ósea, osteoporosis y fracturas vertebrales a causa de la desaparición del efecto protector del estrógeno, además de aumento del colesterol y riesgo de infarto de miocardio.

Villero señala que el tratamiento más eficaz para las complicaciones de la menopausia se hace con estrógenos y las pacientes que lo toman «están protegidas de esa pérdida de masa ósea, aunque no es el tratamiento primordial en la pérdida de hueso». El ginecólogo explica que todo depende del grado de osteoporosis, los síntomas que lo acompañen y, sobre todo, la edad de la paciente.

Otro problema grave al que se enfrentan las mujeres con la llegada de la menopausia es la patología del suelo pélvico, que forma parte del envejecimiento, aclara el doctor. Esto se refleja en «la salida del útero o vejiga por donde el efecto de gravedad es mayor» y es más frecuente en mujeres que han tenido muchos hijos o con partos traumáticos. Además, el ginecólogo indicó que a partir de los 50 años la incontinencia de orina es frecuente en las mujeres, y también la de heces, que padece entre un 5% y un 6% de ellas.

Al ser la del Reina Sofía una unidad que, además de a menopausia, está dedicada a suelo pélvico, casi el 50% de las cirugías que realiza van encaminadas a resolver esta patología, lo que se traduce, según Villero, en unas 50 o 60 intervenciones al mes. La operación depende de los síntomas que muestre la paciente, por ejemplo, si tiene incontinencia de orina severa o prolapso uterino avanzado debe entrar en quirófano.

El doctor apunta que a las mujeres no les cuesta acudir a su consulta porque «están deseando que se les solucionen sus problemas» y, en caso de un síndrome climatérico acentuado se hace de forma tan sencilla como con un tratamiento sustitutivo con estrógenos. «Entonces, lo que antes era un sinvivir, en cinco días está arreglado y se sienten muy aliviadas», puntualiza.

Villero, defensor de los estrógenos porque su nivel de eficacia es el máximo, aclara que relacionada con esta hormona hay «una leyenda maldita, que no es real, que es su asociación con el cáncer de mama«. Así, resalta que «hay una ligera relación» pero «bajísima», de hecho, «en ningún sitio del mundo se ha dicho que se debe suprimir este tratamiento porque sea malo».

A los problemas físicos que experimenta la mujer con la llegada de la menopausia -que se produce alrededor de los 50 años en todas las partes del mundo- se suma la estigmatización social que hay de este periodo de la vida «en una sociedad en la que predomina la juventud, el carácter, el trabajo, el genio». Villero recuerda que mientras que en las antiguas civilizaciones el viejo era el sabio, al que todo el mundo escuchaba, «hoy en día desgraciadamente eso no es así» y la peor parte se la llevan las mujeres porque «incluso la familia les dice ‘tú cállate que estás con la menopausia'». Esto es un elemento muy negativo para una mujer si no está preparada para ello en lo que respecta a su autoestima. Además, añade que «se sienten más mayores, los hijos se van de casa y se quedan solas, y si encima tienen sofocos y le martillean la cabeza con que están con la menopausia hay una tendencia a la depresión que es muy frecuente», tanto que el 50% de ellas tiene lo que se denominan trastornos psiquiátricos menores en esta etapa de su vida.

En estos casos, es el mismo Villero el que actúa como psicólogo y el primer consejo que le da «es que su problema tiene solución y segundo, que es pasajero». En esos momentos «son agradecidas unas palabras de aliento y además con el tratamiento con estrógenos van a notar un alivio tremendo, y se lo digo con absoluta convicción por la experiencia que tengo».

Antes, al mes unas 400 mujeres pasaban por esta unidad que se inauguró en 1991 y que el próximo mes de septiembre se cerrará ya que sus competencias pasarán al centro de especialidades Carlos Castilla del Pino. Con el tiempo, la consulta se ha limitado a mujeres de alto riesgo (con síndrome climaterio serio, pérdida de masa ósea, menopausias precoces) y ahora se atiende a unas 180 al mes (unas 2.000 al año).

Tan sólo un 20% de la población femenina no tiene ninguna sintomatología en esta etapa de su vida, «entre un 40 y un 50% lo pasa regular y un 20 o 30% lo pasa francamente mal», manifiesta este ginecólogo.

 

Fuente: El Diario de Córdoba.