Sonia Oquendo teatro

Sonia Oquendo actriz de la obra Akaloradas dirigida por Rocío Tovar y producida por Rocío Oyanguren.

Tú, que haces yoga, eres metódica, imagino que no has sufrido la menopausia igual que cualquier otra persona.

¡Cómo no! Tengo un grave problema de insomnio y eso se relaciona con la menopausia. Tengo ciclos que te ponen down anímicamente y tú dices: pero si lo tengo todo, ¿por qué me siento triste?  .

¿Y cómo te has alimentado para tu papel en Akaloradas?

Cada mujer es un mundo distinto, y cada una lo lleva diferente.  Por lo que he escuchado, algunas nunca han sentido nada. Tengo mis dudas al respecto, porque uno de los síntomas de la menopausia también es la mala memoria (risas).

Fuente : La Republica

¿Quién es el que más sufrido tu menopausia?

(Risas) ¡Mi punching ball! Mi marido (Luis Ángel Pinasco), seguramente.  Deben haberla sufrido mis hijas también. Pero tengo tanta actividad, hago tantas cosas que no he estado mucho con ellas al lado para que me soporten.  

 Y tú siempre has tenido fama de tener un carácter fuerte...

Tampoco te diría que tengo un carácter fuerte. Lo que te puedo decir es que soy una persona que me gusta respetar a las otras personas y que me respeten. No puedo con las medias aguas, las medias tintas.  ¡Las cosas muy claras!

¿Y siempre has sido así?

Yo vi a mi padre: un hombre absolutamente metódico, trabajador, cumplidor de los horarios.  Y vi una madre absolutamente relajada: llegaba tarde a todas partes. Yo veía el día y la noche.   Y me ubiqué, no sé si conscientemente o inconscientemente al lado de mi padre.  De allí pasé a las artes marciales, que te enfocan. Ese es mi esquema mental.

¿Y no trasladaste el esquema de tus padres al revés, a tu relación con Rulito?

Rulito es absolutamente caótico (risas), desordenado… Su orden es el desorden, pero es mi balance.  Él tiene sus espacios que, a veces, le digo: ¿qué hace esto aquí?  Y me dice: este territorio no es tuyo.  Mira, Maritza, tenemos 37 años de casados.  Si hemos llegado a eso es por habernos respetado en todo, sobre todo en los tiempos y en tus espacios.

¡Si ustedes dos pudieron, cualquier pareja puede! (Risas)

No sé si todos podrán.  Quizás no todas puedan tener esa independencia de espacios que tenemos.  Él tiene su zona, tiene su baño… Para mí esa es la fortaleza de mi matrimonio.

¿Extrañas tus épocas de conductora de televisión?

No. Yo no miro atrás.  Yo lo que quedó atrás, quedó atrás.  La vida es ahorita. Lo que viene, no sé si viene.  Pero atrás no. No tengo espejo retrovisor.

¿Y, disciplinada como eres, le pones el check a todo lo que te falta por hacer?

Acabo de hacerle un check a mi vida.  Acabo de estar en Moscú, hace menos de un mes o un mes.  Ese era un check que tenía que hacer en mi vida.

¿Por qué Moscú?

Porque me voy todos los años a ver a mi hija, a mi yerno, a mis dos nietos, que viven en Madrid y alquilan un departamento en Ibiza, cada año  y me invitan. Así que todos los años, mi agosto es Ibiza.  Mira lo afortunada que  puedo ser. Disfrutar de la compañía de mi familia, de mis nietos, verlos crecer.

¿Te quedan otros checks como, no sé, tirarte en paracaídas…?

Tirarme no, pero he volado varias veces en paracaídas. En Cancún, en Ibiza y, ah, en Punta Cana. En todo lo que sea aire, aviones, espacio, me siento cómoda. Donde no me siento muy cómoda es en el mar, pero acabo de hacer, junto con mi nieto de once años y mi yerno, un curso de buceo.

Tus nietos de España, han crecido sin la presión de tener abuelos famosos, ¿no?

Absolutamente. Al contrario, cuando ven una revista o algo en televisión, un poco que es extraño para ellos. Siempre aquí estás expuesto en vitrina en lo que hagas y estás sujeta a críticas, a buenos comentarios y malos. Cuando estás fuera eres tan libre que lo único que me falta es hacer topless, y no lo hago porque está mi yerno y mis nietos (risas).  

Me has hecho recordar la famosa carátula del desnudo figurado…

(Risas) Fue tremendo, porque yo salía en el noticiero y de pronto aparece en una carátula donde sólo se nos veía hasta los hombros, pero decía: Calatos pero contentos. Y no estábamos ni calatos.  ¡Qué ridículo, por Dios! ¡Qué poco mundo!

¿Y lo has logrado todo, Sonia?

Nunca se debe decir sí, porque te estás quitando posibilidades de hacer otros proyectos, pero estoy conforme con lo que tengo, con lo que he tenido, y con la época que estoy viviendo en este momento. Estoy cosechando lo que he sembrado durante tantos años.

¿Y cuál es tu mejor cosecha?

Mi familia, sin duda. Un matrimonio sólido de 37 años con un hombre que ve por mis ojos, con el que nos tomamos de la mano y nos damos cuenta que el amor está vivo.

Y dentro de eso, ¿qué lugar ocupa el teatro?  

En este momento, un proyecto interesante, divertido, donde me voy a reír, como este, bacán. Pero no quiero una presión de tener que hacer teatro. No quiero ninguna obligación a  estas alturas de mi vida, porque ahora es que soy libre y quiero hacer lo que me da la real gana. La siembra aceleradísima, de torbellino y de vértigo, ya pasó. Ahora, primero que nada, estoy yo.