«Ultimate Love» una novela de Dolors Payás… que te arrancará más de una sonrisa…
¿Dónde está escrito que solo los cuerpos jóvenes y tersos son apetecibles? ¿O que la edad está reñida con el amor pasional, ese cataclismo que nos desbarata el cuerpo y derrite el alma?
Los años traen consigo el derrumbe hormonal. Si, claro. Pero hagamos del defecto, virtud. Buen momento para hacer entrar en escena a un órgano tan o más importante que la batería de hormonas que suelen acompañar a Eros. Nada menos que el cerebro, nuestro cerebro.
Una mente imaginativa y despierta es capaz de crear construcciones magníficas. Palacios refulgentes en los que habita el deseo, ese no sé qué alimentado de sutilezas inasibles: una sonrisa, un gesto, una broma susurrada, un modo de mirar, un guiño esbozado con gracia.
Atrás hemos dejado los imperativos biológicos -reproducirnos, construir un nido para la camada, proveer, cuidar-, estamos en esa etapa de la vida en que el amor no sirve para ningún propósito práctico, es sólo una finalidad en sí mismo. Disfrutar, disfrutarse, nada más (y no es poco). Bendiciones del cielo. La voluptuosidad, el regodeo y el tempo lento son nuestro patrimonio. Una victoria más sobre el tiempo.
Eso, y algunas cosas más, todas ellas fascinantes, descubren los protagonistas de “Ultimate Love” cuando deciden lanzarse a la temeraria aventura del fuego y la pasión en una época de la vida en la que los protocolos al uso dictan compañerismo, tibieza, serenidad. Y por si su edad no fuera suficiente extravagancia, también les separa un abismo social y económico, además de dos mil kilómetros de distancia.
Él es Lord Peregrine Fox, un aristócrata rural, castellano de un palacete destartalado en el norte de Inglaterra. Hermético y cargado de inhibiciones heredadas, más británico, imposible.
Ella es Rocío Medina, traductora literaria gaditana y muy plebeya, desparpajada, vivaz, latina a más no poder.
Imposible dar con una pareja más dispareja y un encuentro más improbable (fruto de algún algoritmo ciego en una página de citas). No es que ellos no lo sepan, ambos son listos, tienen experiencia y ya han sufrido los arañazos de la vida. Pero toda cautela y sensatez se desvanecen frente a la intensidad del deseo que sienten.
Su amor es colosal, podrá con todo. O eso creen….
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