Podríamos definir la Menopausia como aquella etapa de cambios y manifestaciones corporales que inducen a un cambio de posicionamiento en la mujer.

Los cambios en la presencia y duración de los períodos, son las primeras manifestaciones de una pérdida que se anuncia y que como toda pérdida provoca un conflicto interno que deberá ser elaborado.

La menopausia nos indica:

-El real concreto de la imposibilidad de ser madre.

-Un acercamiento innegable a la vejez.

Ya en el pasaje de la niñez a la pubertad, las mujeres hemos debido elaborar cierto desajuste yoico, y realizar un trabajo de duelo por el cuerpo infantil a fin de asumir un nuevo cuerpo ( aparición de la regla, desarrollo del útero, crecimiento de los pechos, etc )… , cuerpo que permite asumir la posibilidad de ser madre.

Ahora con los inicios de la Menopausia, será necesario una vez mas la presencia de un trabajo de duelo para elaborar el conflicto.

Este trabajo de duelo, implica un desinvestimento de ése cuerpo que nos acompañaba hasta el momento…Y una elaboración/ reconstrucción del mismo que permita integrar y asumir los cambios acontecidos sin caer en una etapa depresiva o melancólica por no poder soportar ésta pérdida, con el consiguiente empobrecimiento yoico.

Somos concientes también que en ésta sociedad capitalista que nos ha tocado vivir, las exigencias imperativas de estar “venes y bellas” no tienen límites (seguramente todas conoceremos alguna de estas bellas actrices sometidas a las monstruosidades que puede hacer un bisturí) El otro nos autoriza o descalifica con su mirada. Cuando nos adaptamos a ésos canones tenemos una garantía “imaginaria” de poder o potencia.

Al comenzar a distanciarnos, surgen las primeras señales de angustia. Y en muchos casos los primeros síntomas. Sobre todo en aquellas mujeres en las que el peso de la demanda de juventud y belleza es excesivo y la caída narcisista puede llegar a ser brutal. Vuelvo a repetir, severas depresiones.

Pero por otro lado no debemos olvidar la circunstancia, que además de ser mujeres somos sujetos hablantes y pensantes, con nuestras propias características subjetivas y que además del trabajo de duelo a realizar, también tenemos la posibilidad de sublimación.

Si bien la vida productiva (re-productiva), finaliza con la Menopausia, la posibilidad de desinvestir ése cuerpo perdido (cuerpo reproductor) deja liberado unos intereses que podrán desplazarse sobre nuevos objetos de deseo mas allá del propio cuerpo, que nos gratificaran y nos podrán dar una nueva consistencia yoica. Este sería el caso de un duelo realizado con éxito.

En el caso de que éste desprendimiento de lo antiguo sea demasiado doloroso, siempre existe la presencia de un analista dispuesto a acompañarnos y facilitar éste proceso.

Laura Martinez

Laura Martinez

Laura Martinez Pascuzzi

Especialista en Psicología clínica- Psicoanalista

e-mail: martinezpascuzzi@gmail.com